Sucesos paranormales junto a la Cárcel Real de Sevilla

«Estaba de servicio en la tienda de Virgin Megastore, en la calle Sierpes, donde ahora está la tienda de Desigual. Si no recuerdo mal, la tienda se inauguró en noviembre del 93. Lo que me sucedió fue sorprendente. En diciembre de ese mismo año, una de las noches a la hora del cierre, un compañero rompió una de las hojas de cristal de la puerta principal de Sierpes. Por este motivo se tuvo que montar el servicio de noche hasta la reposición de la puerta. Yo me ofrecí hacer ese servicio. Fueron como quince noches con días intercalados de descanso. El caso es que no me ocurrió nada anormal salvo que todas las noches el ascensor se paseaba por las tres plantas. Lo más fuerte fue cuando me quedaban dos noches y me encontraba cerca de la entrada en la madrugada, vigilando, calculo que serían las 02,30 horas, una de las dos puertas de emergencias, seguramente sería la de la primera planta se abrió y, seguidamente, pegó un portazo. Lo curioso es que escuché cómo la empujaban la barra de la puerta, eso sólo se podía hacer desde dentro de la tienda. Alguien invisible la estaba accionando. Cogí la defensa y la linterna y subí a verificar el hueco de escalera de emergencias y todas las puertas y ventanas, sin observar ninguna anomalía. Ya no podía explicarse como una corriente de aire. Me di cuenta del detalle de haber oído la barra antipánico accionarse. Lo único que pude hacer fue ponerme en la puerta de la tienda y fumarme un cigarro para tranquilizarme, sabía que aquello había sido muy extraño. Al rato apareció Antonio, el sereno de la calle Sierpes, Sagasta y Puente y Pellón. Aquel día lo acompañaba su sobrino y me dijo que él se quedaba en la puerta mientras su sobrino y yo miramos en toda la tienda sin encontrar nada ni nadie. Todo cerrado como yo ya había verificado antes...»

Además, Alberto nos contó otros fenómenos que ocurrieron en la tienda. «Cuando se estaba montando la tienda Virgin, un representante de una discográfica se montó en el ascensor para subir a las oficinas de la planta azotea, donde le esperaban en un despacho. Subió y bajo del tirón, y lo único que dijo es que no volvía a venir nunca más, y no lo hizo. Esto no se lo he comentado a nadie, sólo a mis allegados, te pido que no des mi nombre».

Nuestro protagonista preguntó al técnico de ascensores, que le dijo que era imposible que ese modelo de ascensor se moviera solo ya que no tenía memoria. Lo único que puede hacer ese ascensor es bajar dos centímetros como mucho por perdida de presión al no usarse durante la noche.

Casualmente, o no, el edificio está a escasos metros de uno de los santuarios del misterio de Sevilla: las antiguas cárceles de la ciudad .