Sevilla
Una traumatóloga del Virgen del Rocío: «No le dije a mis padres que me ofrecí voluntaria para atender pacientes Covid»
Son casi noventa cardiólogos, traumatólogos, urólogos, pediatras, reumatólogos, neurólogos, otorrinos, dermatólogos y otras especialidades. Todos decidieron abandonar sus laborales clínicas habituales para tratar pacientes de coronavirus cuando empezaron a faltar manos
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Equipo de enfermedades infecciosas del Hospital Virgen del Rocío de Sevilla. Al fondo, su jefe, José Miguel Cisneros; en primer plano, la especialista Cristina Rota
Todos los voluntarios del Virgen del Rocío que tratan pacientes Covid tienen parejas, hijos, padres, hermanos, suegros que no entendieron su decisión de ofrecerse voluntarios para atender pacientes Covid. Sin embargo, ninguno de ellos se lo pensó demasiado cuando hace más ... de un mes el hospital se estaba llenando de enfermos de coronavirus y la dirección del mayor hospital de Andalucía pidió ayuda a los profesionales que no eran especialistas en virus infecciosos o patologías respiratorias . Ya había ocurrido en la primera ola pero pocos podían imaginar que la segunda sería aún peor y ocuparía más camas y más UCIs que la primera. Y que harían falta más manos.
Las manos jóvenes pero experimentadas de Nieves, Eduardo, María Jesús, Ignacio, Beatriz y Cristina son sólo doce de las casi doscientas que suspendieron temporalmente su actividad clínica habitual en el hospital para hacer frente a un virus que ya se ha llevado por delante a más de 42.000 personas en España. Ninguno de ellos podía atisbar hace menos de dos meses que más de medio hospital estaría dedicado hoy al Covid: seis plantas y cerca de doscientos pacientes (ha habido más de 220) con los que hay que mantener unas estrictas medidas de seguridad para no contagiarse. Y es el miedo a infectarse y, sobre todo, a infectar a sus familias, lo que más les ha preocupado a estos voluntarios. También —confiesa la cardióloga Nieves Romero, tutora de residentes y profesora en la Facultad de Medicina— no estar a la altura de las circunstancias».
Las circunstancias son dramáticas, («nunca habíamos vivido nada como esto en nuestra vida profesional y esperamos no volver a vivirlo nunca», dicen a ABC estos seis especialistas no Covid) pero intentan ser optimistas respecto al futuro. Del pasado prefieren no hablar mucho, aunque reconocen el miedo que sintieron en la primera ola de la pandemia, cuando apenas se sabía nada de ese virus importado de China que actuaba de una manera impredecible y contra el que no existían (ni existen) herramientas terapéuticas eficaces.
Nieves Romero, cardióloga
Esta colaboración de profesionales de más de 25 especialidades diferentes ha resultado un grato descubrimiento para muchos de estos voluntarios, que han salido de su «zona de confort — en palabras del urólogo Ignacio Osman —, para aprender muchos aspectos de otras especialidades que uno no maneja habitualmente». Este profesional de 41 años, especialista en cáncer de próstata y renales metastásicos, echa de menos no poder operar pero sabe que ahora se le necesita más aquí. Él se infectó de coroanvirus en octubre. «Lo cogimos mi mujer, mi bebé y yo , así que después del miedo que pasamos y de enfrentarnos a la incertidumbre y superar la enfermedad, yo tenía claro que debía ayudar».
Beatriz Martínez, traumatóloga: «Sentí que debía aportar mi granito de arena pero no le dije a mis padres que me había ofrecido voluntaria. El disgusto que se llevaron fue grande, a pesar de eso»
La traumatóloga Beatriz Martínez , que cursa un doctorado en Biología Molecular y conoció el Virgen del Rocío siendo médico de Emergencias en Salamanca durante un traslado de un niño de 3 años con grandes quemaduras, cuenta que «ante una situación tan grave como esta pandemia sentí que debía aportar mi granito de arena ». No le dijo a sus padres que se había ofrecido voluntaria porque temía su reacción. «Fue un disgusto grande para ellos pero les dije que antes que traumatóloga era médico y debía ayudar».
Beatriz Martínez, traumatóloga y cirujana ortopédica
Beatriz ha trabajado en Urgencias y ya había atendido, incluso operado, a niños con lesiones óseas que tenían Covid durante la primera ola, pero ahora lleva un mes «al cien por cien» con estos pacientes. « Cuando llevas 40 minutos operando con un EPI y una doble gafa te duele la cabeza . Resulta agotador pero es lo que hay. Y quiero ayudar», comenta.
Contagiarse es uno de los temores de todos estos profesionales, más por transmitírselo a sus familiares que por ellos mismos, aunque son más conscientes que el resto de la población de que este virus puede causar verdaderos estragos incluso en personas jóvenes sin patologías previas. A la cardióloga Nieves Romero, 43 años, se le quedó grabada durante la primera ola lo que le ocurrió a su compañero Juan Ignacio Valle , un enfermero que estuvo casi deshauciado tras pasar casi 40 días en la UCI del Virgen del Rocío y que salió adelante, cuando nadie lo esperaba, gracias a una transfusión de plasma hiperinmune, la primera que se administró en un hospital andaluz.
«Happy hipoxia» para un virus traicionero. Eduardo Márquez, neumólogo: «El enfermo Covid tiene poca conciencia de la gravedad de la situación ni se da cuenta cuando los pulmones apenas funcionan. No se ahoga»
Este virus es muy traicionero, como explica el neumólogo Eduardo Márquez. «El enfermo tiene poca conciencia de la gravedad de la situación y los que sufren neumonías graves por SARS CoV2 no tienen esa sensación de gravedad que muestran los parámetros que monitorizamos», cuenta este especialista en enfermedades respiratorias en alusión a la denominada «happy hipoxia », cuando los pulmones apenas funcionan ya pero el enfermo no se da cuenta, «no se ahoga».
María Jesús Sánchez, pediatra
Cree la pediatra María Jesús Sánchez Álvarez, 47 años , directora de Urgencias Pediátricas, que no son sólo los enfermos Covid a punto de ser intubados y entrar en UCI los que no tienen conciencia de su gravedad: «No he tenido miedo por mí sino por mis padres y mis suegros, pero más miedo me da la situación fuera del hospital, la transmisión comunitaria del virus y la poca conciencia que tienen algunas personas. Sé que es difícil cambiar nuestros hábitos de vida, y más en la población joven, pero si fuéramos más responsables se podría vivir con más normalidad». Su compañero Eduardo Márquez coincide con ella: «La sociedad le ha perdido el respeto a la enfermedad. Cuando estuvimos confinados en primavera todos éramos consccientes de que algo muy grave estaba pasando pero ya no».
Estos seis voluntarios insisten en lo importante que es llevar la mascarilla, lavarse las manos y mantener la distancia de seguridad (1,5 metros), las «tres M». Y es Cristina Roca , de 35 años, especialista en enfermedades infecciosas que no se ha separado del Covid en el Virgen del Rocío desde hace nueve meses, la que más lamenta «el mal uso de la libertad otorgada en esta segunda ola» de la pandemia. «El uso sistemático de la mascarilla e higiene de manos, especialmente al visitar a familiares vulnerables o en comidas y celebraciones, hubiera evitado muchos ingresos graves en el hospital».
Ignacio Osman, urólogo
Como los intensivistas o el personal de Urgencias Covid, especialistas como Cristina fueron los que más duramente se enfrentaron al virus en la primera ola y lo han tenido que volver a hacer en la segunda. «A todos mis compañeros voluntarios sólo puedo decirles gracias. S in ellos no hubiera sido posible afrontar la pandemia con un volumen de casi 190-200 hospitalizados por Covid. Gracias por el día a día, fines de semana y noches empleadas en ayudar a los pacientes con Covid y sus familias». El miedo a no estar a la altura por su poca o nula experiencia en el tratamiento de personas con virus respiratorios lo han superado con nota, según Roca, «gracias a un trabajo duro y una actitud positiva».
Cuando llegaron y se ofrecieron, el equipo que dirige José Miguel Cisneros y del que forma parte Cristina Rota , les explicó que «no iban a estar solos y que nos apoyaríamos en todas las decisiones. Hay pacientes con infarto de miocardio, ictus , con una complicación quirúrgica, cirróticos, en hemodiálisis -recuerda Cristina- y con esta estructura multidisciplinar ofrecemos a los pacientes una atención en las mismas condiciones que si estuvieran en una planta no Covid de hospitalización».
Para todos los profesionales que han tratado Covid desde marzo el trabajo de esos 85 voluntarios les ha dado un respiro. « Tienen un trabajo durísimo y llevan meses en esta situación, solos y creo que nos necesitaban no sólo por la gran carga de trabajo que llevan a sus espaldas sino por sentirse acompañados en esta situación tan desbordante», dice María Jesús.
Nieves Sánchez, cardióloga: «Nuestra falta de experiencia en esta patología se ha solventado con los protocolos y con sesiones on line diarias cada mañana a las 8,15. También con el ambiente de trabajo, compromiso y dedicación de todos. Vamos todos a una»
Un hospital es como una cadena y cuando un eslabón se saca de ella para reforzar un extremo hay otro que debe asumir su trabajo. «Pediatras de otras áreas del Hospital Infantil han asumido las guardias que nosotros hemos tenido que dejar de hacer para atender plantas con enfermos Covid», explica esta pediatra.
Nieves, la cardióloga , se siente orgullosa de trabajar con especialistas en enfermedades infecciosas como Cristina o neumólogos como Eduardo. « No se imagina cómo trabajamos, llamadas directas, respuestas inmediatas, implicación máxima », dice. Mantener informados a los familiares de los pacientes es una prioridad, a pesar de las dificultades. Nieves dice que «vamos todos a una» y explica que la falta de experiencia en el manejo de esta patología «se ha solventado con los protocolos, con sesiones on line diarias cada mañana a las 8,15 y con el ambiente de trabajo, compromiso y la dedicación de todos», dice. Los voluntarios no conocían la patología y no estaban acostumbrados a trabajar con los EPIs, algo realmente agotador para cualquier sanitario, pero han aguantado el tirón con humildad y han preguntado dudas a los que saben, en definitiva, se han puesto en sus manos. Y han puesto las suyas sobre los enfermos Covid.
Por muy fuerte u orgullosa que sea, cualquier persona que esté tumbada en la cama de un hospital o de una UCI, aislada completamente de sus familiares y con una enfermedad vírica de comportamiento impredecible , se siente insegura y vulnerable. «El miedo a lo desconocido, la soledad y el aislamiento de los pacientes Covid, muchos de ellos dependientes; las muertes, la dificultad del duelo o acompañamiento de los pacientes por los EPI nos han llevado al límite de la deshumanización », dice Cristina Roca, que cree haber logrado mejorar su actuación en estos meses respecto a la primera ola. «Aunque los primeros pacientes y sus familiares no se olvidan, nos marcan y nos hacen intentar mejorar siempre», añade.
Cristina Roca, especialista en infecciosos que no se ha separado del Covid en los últimos nueve meses, admite que «el miedo a lo desconocido, la soledad y el aislamiento de los pacientes Covid, muchos de ellos dependientes; así como las muertes, la dificultad del duelo o acompañamiento de pacientes por los EPI nos han llevado al límite de la deshumanización»
Eduardo Márquez enfatiza «lo duro que es el aislamiento que sufren estos enfermos ( «Creo que hasta que no lo vivimos no somos realmente conscientes de la situación ») y María Jesús dice que lo más duro es enfrentarse a esa debilidad del ser humano, a su vulnerabilidad frente a una enfermedad como el Covid. «Son personas inteligentes y cuando les decimos que los tenemos que sedar e intubar, su miedo nos impacta. Ellos saben que pueden morir y por eso tratamos de tranquilizarlos».
Ahí están de nuevo sus manos, las de estos voluntarios, para coger las de los pacientes, lejos de sus familiares, y susurrarles al oído que «todo saldrá bien». Ninguno es especialista en Covid pero todos ellos son médicos.
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