Erasmus en Sevilla, sin clase y sin amigos españoles... pero con bares
Los estudiantes de movilidad internacional relatan que sólo se relacionan y pueden hacer fiestas con otros compañeros extranjeros
Mercedes Benítez
El coronavirus no ha acabado con los Erasmus en Sevilla . Pese a que este año han sido menos los que han llegado a la capital hispalense, hay más de 800 estudiantes de distintos países de la UE haciendo este año un curso en ... la Universidad de Sevilla, a los que se suman los 351 de la UPO y otras privadas. Aunque la mayoría apenas ha pisado la universidad y han tenido que acogerse a las restricciones sanitarias que les han obligado a la docencia online, están contentos de la experiencia.
ABC ha hablado con tres Erasmus que pasan el curso del Covid en Sevilla y todos coinciden en que, pese a todo, les está mereciendo la pena el programa de movilidad internacional. El año de estos jóvenes en España se ha visto marcado por el coronavirus. Porque, como el resto de universitarios, apenas han pisado el campus. Como mucho, han ido a clase presencial una semana. El resto del tiempo están siguiendo el curso de forma virtual. Yeso está teniendo otro efecto colateral:les cuesta más relacionarse y apenas han podido hacer amigos españoles o perfeccionar su castellano.
Aún así, todos están contentos y se deshacen en elogios con la ciudad que los ha acogido. Madeleine, una francesa de 20 años que estudia Derecho en la Hispalense, llegó de Lille en septiembre. Y se encontró que, quitando una semana que pudo ir a clase, el resto ha sido virtual.
La joven, que eligió la capital hispalense por el clima y porque quería conocer la cultura andaluza, dice estar mejor que en Francia. «Allí está todo cerrado y los jóvenes no pueden hacer nada. Aquí los Erasmus estamos mejor», explica.
De hecho está disfrutando de la cultura sevillana, de la comida y la arquitectura y se lo está pasando bien . Vive en un apartamento en el centro de Sevilla con otros cinco estudiantes extranjeros en un edificio en el que hay veinte Erasmus. Con lo cual, aunque los bares estén cerrados, la diversión la tienen en casa.
«No me gustan las clases online porque es más difícil concentrarse y porque no conozco a otros españoles», explica Madeleine, que se queja de que esa soledad le impide perfeccionar su español. Aún así, cuando llegó antes de que las restricciones fueran más duras, pudo hacer algunos viajes y conocer Granada y Málaga. «Es mala suerte que no vaya a poder conocer la Semana Santa y la Feria», admite.
Su amiga Megan, irlandesa de 21 años que procede de Cork estudia Filología Francesa e Hispánica y, aunque también lleva desde principios de curso en Sevilla, sólo fue a clase (en la antigua fábrica de tabacos) durante una semana además de los exámenes que está haciendo ahora en las aulas de Filología. «Es un edificio muy bonito, tiene mucha historia», explica admitiendo que es «una faena» perderse las fiestas y que espera poder volver en el futuro cuando haya Semana Santa y Feria.
Se ha mudado a un piso con españoles porque antes sólo veía a otros Erasmus y no practicaba español . «Es más difícil relacionarse y perfeccionar el idioma», afirma. Pero, pese a que al poco de llegar pasó el coronavirus, prefiere estar en Sevilla porque en Irlanda todo está cerrado y en Sevilla todavía hay bares abiertos y el primer mes pudo hacer más cosas.
En parecida situación está Jules, un joven de padre francés y madre irlandesa que ha aterrizó en Sevilla procedente de Dublin para estudiar Historia. El estudiante, que ya había estado en Sevilla con sus padres cuanto tenía 14 años, vive en el Prado con nueve estudiantes y está encantado con una ciudad «bonita y con gente simpática».
Sólo ha ido cuatro o cinco veces a clase y esta semana para los exámenes. Por eso lo tiene más complicado para relacionarse con los compañeros y también para hablar con los profesores. « Sería más fácil si las clases fueran presenciales », dice admitiendo que las clases virtuales «dan más pereza» y generan más problemas de concentración. ¿Lo peor?que apenas ha podido hacer amigos españoles. ¿Lo mejor?que en Irlanda y Francia la situación es peor porque allí todo está cerrado. «Aquí tenemos más libertad y en casa podemos hacer fiestas», admite. En su país no tendría tanto libertad. Es algo en lo que todos los Erasmus coinciden.
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