Enrique Barrero González. Letrado-jefe del Ayuntamiento de Sevilla
Ingresó en el Ayuntamiento, por oposición libre, en 1960 y hoy le ha llegado la hora de la jubilación. Está orgulloso, de sus cuatro hijos y de haber servido a la ciudad durante toda su vida activa
-¿Qué ha hecho durante 45 años en el Ayuntamiento?
-Mi trabajo se ha desarrollado siempre en contacto directo con los secretarios. He tenido la fortuna de que todos han confiado en mí y yo les he servido con toda la lealtad y eficacia ... de la que he sido capaz. Ese es el principal consejo que le he dado a Ramón Cámpora.
-¿Cómo le ha ido con los alcaldes?
-Con todos los que he conocido, desde Mariano Pérez de Ayala en adelante, he tenido una relación muy próxima.De todos ellos guardo un excelente recuerdo. Todos trabajaron por Sevilla con entusiasmo y eficacia en sus respectivas circunstancias.
-¿Cómo eran los ayuntamientos del franquismo?
-Forman parte de la historia de Sevilla con todas sus sombras, pero también con todas sus luces, en muchos casos brillantes. En 1979 no empezó el Ayuntamiento de Sevilla, sino un Ayuntamiento distinto.
-¿Cómo fue la transición en las Casas Consistoriales?
-La transición política se demoró en las corporaciones locales hasta 1979 y fue, por supuesto, un momento delicado. Los funcionarios que veníamos de la situación anterior lo pasamos con normalidad y sin traumas gracias al buen sentido de los concejales y al señorío de Luis Uruñuela.
-Entonces no fue un gran cambio
-La formación jurídica hay que adaptarla progresivamente. Las leyes cambian y no siempre para mejor, sobre todo en la redacción de los preceptos. El gran cambio, sin embargo se produjo al promulgarse la Constitución que, con independencia de su propia vigencia, incidía en numerosas leyes anteriores, con valores y principios distintos. La mayoría de los abogados lo hicimos sin dificultades. He llevado cientos de asuntos de todas las jurisdicciones e instancias aunque, lógicamente, más del ámbito contencioso-administrativo.Durante unos 30 años, incluso antes de ser designado letrado-jefe, he llevado todos los asuntos del Ayuntamiento en el Tribunal Supremo.
-Y en todo ese tiempo ¿con quien ha contado?
-Me siento deudor de muchos. En la Universidad, principalmente, de Manuel Clavero y de Ignacio María Lojendio; en el aprendizaje de la abogacía práctica de José Luis Campuzano; como funcionario de Antonio de la Orden, Manuel Ríos Sánchez y Rafael Ruiz Maldonado, entre otros, sin olvidar al anterior letrado-jefe, José Manuel Jiménez Hoyuela. No puedo olvidar tampoco a Ángel Martín del Burgo ni a Juan Antonio Carrillo.
-Ahora el clima dentro y fuera del Ayuntamiento está muy crispado.
-Yo espero que en el futuro se serenen las tensiones y que se olviden los enfrentamientos estériles, que se tengan visiones institucionales de uno y otro lado. Que no se recreen situaciones del pasado, que se aproveche la ocasión para vivir en España con libertad, justicia, progreso y orden, probablemente una utopía de jubilado.
-¿Le ha quitado el Ayuntamiento mucho tiempo ?
-No me ha impedido hacer otras cosas. He tenido tiempo para la Universidad en las cátedras de Derecho Político y Derecho Administrativo; para la Escuela de Prácticas Forense del Colegio de Abogados; para la Feria de Muestras o para la Federación Andaluza de Fútbol y por supuesto para el Ateneo. Nunca he estado aburrido. Además, para mí fue muy importante colaborar en ABC en las épocas de López Lozano y sobre todo de Nicolás Sala. De eso estoy orgulloso. Fue apasionante, poco después de aprobarse la Constitución, contribuir a divulgarla y hacer crónica de Tribunales divulgando la Jurisprudencia más progresiva y de mayor contenido ético.También puse mi grano de arena en la defensa de la ciudad histórica y durante algunos años fui secretario de la hermandad de Pasión.
-¿Cree que ahora se conserva el patrimonio?
-Las cuestiones que plantea la conservación y defensa de las ciudades históricas no son sólo jurídicas. Detrás de ellas existe, o debe existir, un debate que afecta a la filosofía, a la sociología, a la arquitectura, a la historia del arte y al urbanismo en general como ciencia interdisciplinar. Pienso que las actuales leyes de Patrimonio, en algunos aspectos, están «pasadas» de un proteccionismo a ultranza que, mal digerido, conduce a unas consecuencias absurdas.
-Habrá vivido muchas anécdotas en las Casas Consistoriales.
-Tengo decenas, como cualquier otro jubilado. Te contaré una. Una mañana estaba en el despacho del alcalde que entonces era Juan Fernández. Entró el secretario particular, Andrés Navarro, a decirle que un funcionario estaba en la puerta, por enésima vez, queriendo verlo con mucho interés. Andrés convenció al alcalde para que lo recibiera. Cuando Juan Fernández le preguntó qué quería, el funcionario le contestó: he compuesto un poema en su honor y quería leérselo. Ante el asombro de todos comenzó a declamar: «A ti Juan Fernández Rodríguez García del Busto, que has alumbrado Sevilla con tanto gusto.... El final lo contaré en mis memorias.
-¿Las está preparando?
-El propósito de escribir los recuerdos lo tenemos todos y a mí no me faltaría material pues, con independencia de la memoria, tengo carpetas donde he guardado muchas cosas que podrían ser de interés para una «pequeña historia de Sevilla».
- Y ¿a partir de mañana?
-El Ateneo por supuesto.
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