Crisis Afganistán
«Hay mujeres afganas en la cárcel tras abandonar su hogar para que los maridos no las mataran»
Adela Muñoz Páez fue directora en Andalucía de Asdha, ONG que denunció la situación que viven las mujeres y las niñas en un país que ahora han asaltado los talibanes
Andrés González-Barba
Adela Muñoz Páez (La Carolina, 1958) es catedrática de Química Inorgánica de la Universidad de Sevilla. Además, fue directora en Andalucía de la Asociación por los Derechos Humanos en Afganistán (Asdha) , una ONG que se preocupó por la situación marginal ... que viven especialmente las mujeres y las niñas en un país que vuelve a ser noticia estos días tras la invasión de las tropas de los talibanes. Dicha asociación desapareció hace unos años después de no recibir suficientes apoyos económicos para desarrollar sus proyectos.
¿Cómo se ha llegado a esta situación en Afganistán?
La periodista Mónica Bernabé —que fue la fundadora de Asdha en 2000 tras su primer viaje a Afganistán— lo explica muy bien en un artículo publicado el pasado lunes. Había un espejismo de país. La pacificación no se hizo de forma correcta. Los señores de la guerra que prepararon el terreno para que llegaran los americanos eran en realidad criminales de guerra. Estos gestionaron en su beneficio los inmensos caudales de fondos que se han destinado para la reconstrucción del país, algo que al final no se ha hecho desde la base de la educación. Hay mujeres muy valerosas que han reconstruido el país, pero siempre luchando contra una corrupción enorme. Los talibanes tienen una filosofía y un credo, y además cuentan con un gran apoyo económico del opio, ya que Afganistán es el primer productor del mundo de opio.
Encima hablamos de un país donde aún pesan los matrimonios infantiles.
Uno de los objetivos de Mónica Bernabé ha sido luchar para que esos matrimonios no se puedan llevar a cabo. Los hombres pagan una dote y creen que pueden hacerle lo que quieran a las niñas porque las consideran de su propiedad. Eso es uno de los impedimentos para que la sociedad avance. Hay leyes que prohíben los matrimonios de las niñas, pero no se cumplen. Los países de occidente no se han esforzado para que se cumpliera esta ley del matrimonio infantil.
¿Qué ocurre con la situación económica de las tropas?
Las fuerzas armadas y de seguridad no han estado bien financiadas. Las instalaciones no estaban atendidas. Cuando sufrían un ataque por los talibanes tenían que racionalizar las balas. No se puede reconstruir un país sin justicia y sin controlar los matrimonios infantiles. Tampoco si no se cuenta con una financiación para el ejército. Además, no se asume que las mujeres son seres humanos al igual que los hombres.
¿Le preocupa el futuro de las mujeres y de las niñas en un país que se ha radicalizado tanto?
Los avances que se han producido en los últimos veinte años han sido como un espejismo. Las niñas podían ir a los colegios y luego a las universidades. Se han hecho grandes progresos pero había mucho por hacer. Todas las niñas que van a la escuela, para tener luego un lugar en la sociedad, necesitan contar con un hombre, ya sea su padre o su marido, que además en el mayor de los casos ellas no eligen.
Matrimonios infantiles
«Los hombres pagan una dote y creen que pueden hacerle lo que quieran a las niñas al considerarlas de su propiedad»
¿Cuáles fueron los objetivos de Asdha?
Asdha nació en el año 2000 para dar apoyo a los colectivos de mujeres afganas que de forma clandestina formaron en el anterior mandato de los talibanes escuelas para niñas y mujeres. Cuando cayó el régimen talibán, la asociación siguió apoyando a las mujeres. En España se hicieron campañas de sensibilización y de apoyo a la mujer afgana. Denunciar y sensibilizar sobre la situación de la sociedad afgana, especialmente la de la mujer, fue uno de nuestros principales objetivos, además de contribuir a una paz con justicia. Consideramos también la importancia de depurar responsabilidades y de hacer una reconciliación tras la guerra. Había que reconocer los delitos de unos y otros para hacer una justicia transicional. También dimos apoyo económico a proyectos de cooperación promovidos por mujeres afganas (escuelas, proyectos sanitarios, etc.). Igualmente financiamos apoyo a mujeres afganas que estaban encarceladas por haber cometido el único ‘crimen’ de abandonar sus hogares para que sus maridos no las mataran. Estas mujeres no tenían ni mantas paras soportar el frío del invierno, carecían de jabón y de letrinas. Además, muchas de ellas estaban con sus hijos.
¿Cómo fue su experiencia como presidenta de la asociación en Andalucía?
Yo fui miembro de la junta directiva durante cinco años. Aprendí mucho del trabajo. Mónica vivía casi todo el tiempo en Afganistán. Había personas que supervisaban el terreno. La experiencia fue muy rica a la hora de conocer los problemas a los que se enfrentaban las mujeres en Afganistán. En Andalucía organizamos jornadas y actos para concienciar sobre el hecho de que las mujeres estaban ahí y que necesitaban nuestra ayuda.
¿Por qué no hay refugiados afganos viviendo en Sevilla?
Creo que, en general, cuando una persona viene de otro país busca a personas que tengan su misma nacionalidad. En Sevilla no se estableció una colonia afgana. Ha habido afganos en Barcelona, en Zaragoza, en Madrid y no sé si en algunos sitios de Castilla la Mancha. España no era un país que presentara atractivos de cara al trabajo. Las personas que han venido son licenciados y doctores con muchos conocimientos en disciplinas como la literatura y la historia. Eran personas de mucha formación. En las jornadas que organizamos en la Universidad de Sevilla estuvo una mujer, Rangina Hamidi, fundadora de Kandahar Treasure, que nos contó su historia y nos emocionó. Tras emigrar a Estados Unidos, regresaron a Afganistán y su padre, que llegó a ser alcalde de Kandahar, fue asesinado por luchar por su ciudad, que era un lugar muy cerrado. Ella tenía una cooperativa donde se fabricaban pañuelos. Contacté incluso con El Corte Inglés para ver si podían distribuir sus productos.
¿Ha habido en estos años interés por parte de cooperantes sevillanos para ir a trabajar a Afganistán?
En nuestra ONG había algunos compañeros de la Universidad de Sevilla que se hicieron socios y mujeres que colaboraron en la junta directiva. Yo me planteé incluso viajar a Afganistán, pero las condiciones de seguridad desaconsejaban ir para allá.
¿Por qué desapareció Asdha?
Por la falta de fondos. En los periodos previos a la crisis, nuestra ONG tuvo un presupuesto de cientos de miles de euros, pero luego Afganistán dejó de ser prioridad y los fondos cayeron.
Vigilantes
«La comunidad internacional debe ser inflexible para que se cumplan esos los derechos humanos de las niñas y mujeres»
¿Qué futuro ve en los próximos años para Afganistán?
Soy siempre optimista. Un conocido me preguntaba que por qué trabajaba por ese país si luego no valía la pena el esfuerzo. Hay veinte millones de mujeres y niñas que tienen derecho a un futuro. Es necesario que la comunidad internacional sea vigilante para asegurar un futuro a las mujeres y las niñas para que tengan una educación. Se deben mantener los derechos humanos de estas. El error que se ha cometido en los últimos años es pensar que Afganistán es un problema que no nos atañe a todos nosotros. Espero que los talibanes mantengan los derechos de las mujeres y de las niñas. La comunidad internacional debe ser inflexible para que se cumplan esos derechos. Una moneda de cambio fundamental es la financiación. El Parlamento afgano aprobó una ley contra el maltrato con mucha dificultad. Gracias a los esfuerzos de una parlamentaria afgana se aprobó esa ley. Espero que ahora no sea derogada y que esa parlamentaria sobreviva y sea expatriada. El problema no es sólo lo que han hecho las mujeres, sino que estas representan para un talibán lo contrario de lo que deberían ser, ya que hablamos de personas con capacidad de decisión y que luchan por tener los mismos derechos que los hombres. También espero que se cumpla la ley contra el matrimonio infantil, que se aprobó pero no se ha puesto en práctica. Hay ciudades donde las mujeres no pueden salir a la calle sin un hombre. A las mujeres les han bloqueado el acceso a la escuela y a las universidades. El precio de los burkas en Kabul se ha multiplicado por cinco. Aun así, ahora no hay burkas en esa ciudad porque había sensación de que los talibanes la iban a conquistar.
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