SOY DE BARRIO
San Jerónimo, de «todo» en un sólo barrio
Con una frontera cada vez más señalada entre el centro y «la parte nueva», los vecinos presumen de no haber perdido la esencia de antaño con la apertura de nuevos negocios
SEVILLA
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Iniciar sesiónEntre la vida, con el Centro Deportivo San Jerónimo Piscina 'Francisco Tabuenca' y los cientos de usuarios también en las canchas deportivas de la zona sintiendo el placer de la actividad física, y la muerte, con el Cementerio San Fernando a pocos metros, está San ... Jerónimo. Entre el agua del río Guadalquivir y un paseo fluvial de gran belleza y los árboles frondosos del interior está San Jerónimo. Entre la historia, con el monasterio fundado en 1414 por fray Diego Martínez de Medina, y la innovación, con la Agencia Espacial Española, está también San Jerónimo, barrio dual que ha sabido crecer hacia el sur con muchos comercios, la mayoría bares y restaurantes, sin olvidar la esencia del pasado con vecinos que se tratan como familia. Se nota en las miradas de complicidad, en los saludos cariñosos y en la paciencia que reina en el barrio con las personas mayores.
Luz, que camina muy lentamente con una cesta de la compra, sonríe cuando le preguntamos por los años que lleva viviendo en San Jerónimo. «¿Cuántos años me echa? Ya estoy jubilada. Desde que nací, vivo aquí, y esto es lo más maravilloso del mundo. Yo necesito muy poquito. Vengo de comprar. Dos días a la semana voy al supermercado Alsara. No llevo mucho porque me cuesta llevar el carro», relata mientras frunce el ceño. Sonríe. Y nos invita a que conozcamos algunos lugares «conocidos de toda la vida» en el centro, concretamente, en la calle Mejillón. En el número 4, están Elena y Eva; y en el 9, justo enfrente, José Mari, hermanos y dueños de la Mercería Eva y la Papelería Eva, respectivamente. Desde hace más de 40 años, y tras abrir sus padres, Salvador y Milagros, ambos negocios, los tres se afanan en seguir ayudando a quien lo necesite. «Eva es nuestra hermana la pequeña, y nuestros padres le pusieron el nombre a los dos negocios prácticamente cuando ella nació. El barrio ha cambiado mucho, pero nosotros queremos seguir siendo los mismos haciendo lo mismo que nuestros padres. Por ahora estamos pudiendo, aunque es verdad que no es fácil», apunta Elena orgullosa de poder seguir dando vida al sueño de sus padres sin poder esconder cierta sensación de melancolía: «Antes había más movimiento en las calles del barrio».
El trasiego habitual
La tranquilidad de la plaza cercana contrasta con el mayor ajetreo del barrio al cruzar el Monasterio San Jerónimo, en obras desde enero, y escuchar a Francisco Ortiz, presidente de la Asociación Ángeles de la Ciudad y guardián del cementerio de San Jorge, conocido popularmente como cementerio de los ingleses: «El 6 de octubre, la Noche en Blanco en Sevilla, se coló una persona por la noche dentro del cementerio. Pude echarlo, pero sentí miedo. Espero que no vuelva a pasar. Justo detrás de este muro, hay dos chabolas. Ya nos hemos quejado. El Ayuntamiento nos ha dicho que han remitido nuestras quejas al Centro de Coordinación Operativa de Sevilla, Cecop». Esperan respuestas.
El presidente de la Asociación de Vecinos San Jerónimo, Pepe Boza, presume de barrio y de una mayor seguridad desde que a final de agosto se produjeran una serie de hechos delictivos que sacó a los lugareños a la calle a protestar, si bien solicita igualmente una mayor implicación de las instituciones. «Es cierto que a final del verano hubo un repunte de robos, pero no creo que San Jerónimo sea menos seguro que cualquier otro barrio de Sevilla. Yo, como Pepe Boza, y no como presidente de los vecinos, le puedo asegurar que no tengo en ningún momento la sensación de inseguridad. Lo que sí me gustaría decir es que necesitamos que las instituciones se vuelquen con nuestro barrio. Nos están dejando caer, sobre todo, en la parte del centro, donde algunos negocios han tenido que cerrar. Creo que deberían apostar más seriamente por San Jerónimo. Tiene un potencial tremendo. Me gusta vivir en mi barrio, y siempre querré lo mejor. Aquí hay muchas cosas positivas. Muchas personas de otros barrios vienen a entrenar a nuestro pabellón. Tiene piscina y está muy bien considerada. Además, tenemos al Club de Rugby San Jerónimo, que es el decano de Andalucía (fue fundado en 1965). Se nota en el ambiente que hay una cultura del deporte. Además, la parte nueva del barrio está muy bien. Antes, con mis amigos, siempre decíamos: 'vámonos al centro a tomar algo'. Ahora, nos quedamos aquí. La zona nueva está genial. ¿Ha ido? Está a apenas cinco minutos caminando; lo bueno de San Jerónimo es que tenemos prácticamente de todo y está muy cerca».
Unos minutos después, y en uno de los primeros bares que se abrieron cerca del edificio CREA, donde se ubicará la Agencia Espacial Española, su dueño, Antonio Suárez, explica cómo es su día a día en el Bar Monasterio: «Llevamos ocho años aquí. Lo abrió mi padre, pero se ha jubilado, y ahora estoy yo al frente. Nosotros estamos muy contentos. Hace tres o cuatro años comenzaron a llegar más empresarios con restaurantes y bares, y todo eso ha hecho que la zona se haya puesto muy bien. Los fines de semana vienen muchas familias con niños. Hay días que esto parece el Paseo Colón. Nos ayuda mucho el hecho de que tengamos los parques justo enfrente». Uno de los dueños de los bares 'nuevos', Víctor, de la Taberna La Marcela, mira el cielo antes de hablar con ABC: «Espero que no llueva. Aquí, la clave es que haga buen tiempo. Tenemos unas terrazas espectaculares. En verano y primavera estamos muy bien, pero en invierno con el frío y la lluvia nos afecta bastante».
A quien no parece afectarle casi nada es a la señora Quintina, quien fuera responsable del Bar Centro Extremeño, uno de los establecimientos más conocidos de San Jerónimo. «Por este bar han pasado generaciones y generaciones del barrio. Yo ya estoy jubilada, pero de vez en cuando me paso por el bar. ¿Quiere unas migas? Nosotros ponemos esto muy calentito. Ya tenemos la decoración de Navidad. Lo que queremos es que los clientes se sienten como en casa. Es verdad que hay mucha gente nueva, pero nosotros no vamos a perder nuestras costumbres ahora, todo lo contrario». Varios clientes, con cervecita en mano, le dan la razón. «¿Para qué vamos a cambiar?», pregunta uno con énfasis al otro. Las risas se escuchan un rato, y el último, responde: «Ponme una de migas». El acabose.
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