San Alberto, un convento de filipenses que espera una hospedería y restaura su patrimonio

La noticia saltaba la semana pasada con el regreso al culto de la Virgen de los Dolores, patrona de la congregación y que había sido restaurada por David Triguero. La cercanía de la talla impactaba a los devotos y todos los que se acercaron a su besamanos. El padre Alfonso Murube Fernández Piedra enciende las luces en el templo y muestra los tesoros que allí se ven cada día como la mencionada dolorosa, la cual acompaña a los filipenses desde que comenzó su labor en la ciudad a finales del siglo XVII.

Aún se conserva la imagen primitiva de la Virgen, parte del antiguo edificio que se halla entre las calles Doña María Coronel y San Felipe de la collación de Santa Catalina, así como el altar que ahora está en la capilla sacramental de la basílica del Cachorro y que se está restaurando.

El cenobio que mantienen los seis hermanos filipenses en la calle Manuel Rojas Marcos perteneció anteriormente a los carmelitas calzados y pasó a los filipenses en 1875. Por eso, el padre Alfonso muestra símbolos carmelitas en la cúpula, en el coro o representaciones de santos en el altar mayor. También, apunta que la imagen de San Francisco de Sales que se encuentra en uno de los altares laterales está siendo restaurada gracias a la subvención de la consejería de Cultura de la Junta de Andalucía.

En el retablo mayor, aún está la Virgen de los Dolores con la característica representación iconográfica que posee esta talla estudiada por numerosos historiadores del arte. Las manos unidas, el corazón atravesado por los siete cuchillos y una ráfaga son elementos que construyen este icono que se venera en el templo de San Alberto y que ha recuperado todo su esplendor tras la restauración.

También, ha regresado la policromía y las tonalidades primitivas a San Felipe Neri, patrón de la congregación y que aún se encuentra en la sacristía a la espera de colocarlo de nuevo en su altar del crucero.

Otra sorpresa que se encuentra este periódico cuando entra en la sacristía son dos cabezas de un Ecce Homo y una dolorosa de Pedro Roldán y que según el padre Alfonso ya han sido catalogadas para participar en la muestra de Pedro Roldán que se desarrollará próximamente en el Museo de Bellas Artes. Los rasgos y la morfología de las esculturas llevan directamente al taller del maestro que vivió en el siglo XVII entre las collaciones de Santa Marina y San Marcos.

Saliendo al patio del cenobio, se le pregunta al padre por el proyecto que existía en la comunidad de adaptar parte del convento a una hospedería y la respuesta es que aún siguen esperando los permisos oportunos para acometer las obras pertinentes. Explica que hay numerosas estancias que pueden albergar habitaciones en una casa que compraron los filipenses hace unas décadas porque anteriormente vivían en un edificio desde el que sólo se podía pasar a la sacristía y la iglesia. Ahora, los paseantes podrán ver cómo el convento tiene una entrada en el lado de la calle Manuel Rojas Marcos más cercano a la esquina con Pajaritos.

Otras curiosidades que alberga el lugar es que durante un tiempo estuvo allí la hermandad de la Virgen de Valvanera que ahora preside la parroquia de San Benito. Aún se mantiene en un altar una imagen de la patrona de La Rioja.

Asimismo, la Vera Cruz tuvo su sede canónica en este templo durante varias décadas después de la destrucción de su capilla en el desaparecido convento casa grande de San Francisco. Precisamente, el crucificado del siglo XVI partió de esta iglesia hacia su lugar de culto definitivo como es la capilla del Dulce Nombre de Jesús.

Otro de los proyectos que pretenden los filipenses es poder mostrar restaurado el camarín donde se alojan el Cristo del Perdón y la Virgen de los Dolores durante el año. Se accede a través de una pequeña puerta justo en el retablo mayor y se atraviesan una serie de estancias que necesitan una rehabilitación y que funcionan en la actualidad como 'un cuarto de la cera'.

El camarín es una de las joyas de la iglesia porque es de grandes dimensiones con su correspondiente cúpula, con pinturas relativas a la Pasión de Cristo y con un espacio amplio sobre el que se eleva el crucificado, una copia del siglo XVIII del de la Clemencia de Juan Martínez Montañés.

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A los pies, se suele colocar la imagen de la dolorosa formando un Stabat Mater de gran calidad que más de uno quisiera que saliera en Semana Santa. Sin embargo, los filipenses guardan con celo estas y otras imágenes conformando un patrimonio que sigue restaurándose para que en un futuro pueda ser venerado y contemplado por el público, así como siguen a la espera de los permisos de Cultura, Archidiócesis y Urbanismo para adaptar su convento de cara a una hospedería