Los padrinos nunca traen carbón

Y la fiesta de la Epifanía, con la entrega de regalos a los pequeños de la casa, lleva aparejada un enorme potencial para hacerla visible. Desde hace algunos años, antes de la pandemia del coronavirus en cualquier caso, son muchas las parroquias que organizan apadrinamientos de cartas infantiles de familias con escasos recursos dirigidas a los Reyes Magos. Ofrece además una singular conexión intergeneracional y entre barrios de distinto nivel socioeconómico que no debe ser despachada a la ligera.

A través de las Cáritas parroquiales -la red capilar más extensa de solidaridad en nuestra sociedad civil-, se facilita que unos padrinos perfectamente anónimos lleven las cartas a los Reyes Magos para que el día 6 no falten los juguetes a ningún niño. Y el movimiento va a más cada año.

Un buen ejemplo de ello puede ser la parroquia de la Blanca Paloma y su gemela de la Candelaria, en los Tres Barrios. Rocío Espino (26 años) es la coordinadora del proyecto para surtir de juguetes a doscientos chavales entre 2 y 14 años de los Pajaritos, Madre de Dios y las Candelarias. Toda una maquinaria que echa a andar en noviembre a través de Cáritas para que primero se tantee a las familias, luego se escriban oportunamente las cartas, se distribuyan a los padrinos desinteresados que las harán llegar a Sus Majestades de Oriente y finalmente se recojan los juguetes para entregarlos la víspera en el templo.

Puede que el 'boom' de solidaridad que vivió la zona tras la misión del Gran Poder de 2021 haya influido algo en el éxito de la iniciativa, pero la consolidación -y crecimiento- es fruto del grupo joven de la parroquia a la que la propia Rocío pertenece. Ella se encarga de filtrar las peticiones para que no haya casos de discriminación (sutiles o no) entre los pequeños, fijar el presupuesto de entre 40 y 50 euros para los regalos e incluir las tallas de ropa y calzado por si los Reyes Magos quieren proveer además con regalos más prácticos.

Por ejemplo, el grupo de madres de lactantes solicita leche en polvo, pañales, carritos, y accesorios de utilidad para bebés. Este año, la hermandad del Calvario se ha encargado de atender sus deseos. Pero en muchos otros casos, son feligreses de otras parroquias o hermanos y cofrades los que se encargan de que las cartas lleguen a destino. Porque la iniciativa del apadrinamiento pasa por encima de formalismos y jerarquías para atender a los pequeños. Y, desde este año, también a los abuelos.

Rocío Espino explica qué se pretende: «Todo el mundo se acuerda de los niños en Navidad, pero aquí hay muchos mayores que están solos y de los que nadie se acuerda nunca». Quieren llegar a entregar detalles para cien ancianos, aunque el tiempo se les ha echado un poco encima.

La entrega de los regalos tiene lugar la víspera de la Epifanía. Este año, con un formato diferente en forma de teatrillo para fomentar la participación de los niños. Se lee el pasaje del Evangelio y los Reyes, encarnados por miembros del grupo joven parroquial, hacen el reparto. Hasta en eso hay colaboración de fuera del barrio: el año pasado, las túnicas y los ropajes los proveyeron los Salesianos de Triana y este 2024 será la hermandad de la Hiniesta. Todo por una hermosa causa.