Mariano, el dueño del Bar Donald de Sevilla, habla claro sobre el problema de la hostelería: «Nada más que hay camareros muy monos que no saben ni poner una cerveza»

Explica en el programa de Sonsoles Ónega de Antena 3 la situación que vive el sector en la actualidad

Un histórico bar de Sevilla busca camareros mayores de 45 años: «Nos hemos cansado de los jóvenes informales»

Mariano, en la barra del bar Donald abc

S. I.

Mariano García, del bar Donald de Sevilla, se ha vuelto a referir a la situación de la hostelería en el programa de Sonsoles Ónega en Antena 3 apuntando con respecto a los trabajadores que «nada más que hay camareros muy monos que no saben ni ... poner una cerveza» a diferencia de aquellos que tienen más de 50 años y que se mantienen detrás de la barra atendiendo a los clientes.

Este pequeño análisis es un elemento al problema endémico que tiene la hostelería en España con trabajadores que se marchan del sector o que se jubilan, sin recambio generacional, sueldos insuficientes y horarios que no permiten ningún tipo de conciliación. Precisamente, Mariano García es uno de los empresarios que más ha destacado esta situación ya que en 2024, explicó que no encontraba personas para trabajar en sus establecimientos.

Asimismo, comentó que estaba contratando a personas de más de 45 años porque «se había cansado» de jóvenes que dejaban de ir al puesto de trabajo a las pocas jornadas de comenzar. También, García ha señalado otras situaciones en sus establecimientos como por ejemplo, las medidas que se tomaron el pasado 7 y 8 de diciembre de 2024 con motivo de la procesión magna en Sevilla y por parte del Ayuntamiento de Sevilla de que los bares y restaurantes tenían que quitar sus veladores por seguridad.

Este empresario es sólo una voz más de las múltiples que llevan varios años hablando de la situación que vive la hostelería porque está habiendo una transformación del sector que dificulta su continuidad, tal y como se conoce desde hace varias generaciones en la capital hispalense.

Los bares con las tapas de siempre se están perdiendo por restaurantes con platos más elaborados, provocando que los hábitos de los vecinos y visitantes cambien. Esto se une a los cambios que están sufriendo también los establecimientos por la desaparición progresiva de habitantes del Centro de la ciudad y los barrios históricos.

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