«He luchado siempre contra el abuso de poder. Conocí a Weinstein y no era de fiar»

Paso de lo divino a lo humano. La gastronomía sevillana conjuga tantas claves históricas como algunos edificios de su patrimonio. Me gusta estar en Sevilla y mezclarme con su gente.

Y me comentan que, cuando necesita intercambiar secretos y reflexiones consigo misma, tiene un lugar escogido en el Alcázar…

(Risas) El Cenador de Carlos V. Ahí está el gusto de una época por hacer las cosas y me encanta pasear por esos jardines y disfrutar del aire libre. Me gustan los parques y la tranquilidad. Y en Sevilla todo eso lo tengo casi tan a mano como la Giralda.

Imagino que con tanto embeleso no se le habrá pasado por encima la rabia de unos estudiantes sevillanos de Arte Dramático....

Desgraciadamente pasan demasiado a menudo estas cosas, lo que significa que ocurren, que hay una falta de ética en el trabajo y en la escuela Quiero creer que no es como en las Américas, donde también el abuso de poder está dentro de las familias. Toda mi vida he luchado contra eso.

O sea, que ha vivido situaciones de abuso de poder…

Sí, en el trabajo, se acostumbra a no mirar con humanidad a las personas, sino como instrumentos para alcanzar objetivos. En nuestra profesión, además, nos dejamos influenciar más por los resultados que por el camino. Y todos somos culpables de haber pasado por encima de otros.

Vivió diez años en EE.UU, trabajó con directores muy exigentes y usted abandonó España dispuesta a triunfar por encima de todo. Eso se paga ¿no?

No, yo no fui a triunfar por encima de todo. Para mí fue una oportunidad de ver industria. Buscaba lo que no había en Europa, esa máquina de producir y hacer películas en las que es posible una distribución global.

¿Se cruzó por aquellos años con el insaciable productor de acosos cinematográficos Harvey Weinstein?

Sí, me lo presentó un buen amigo, Philips Noyce, director de «Juego de patriotas». Y al momento vi que no era un hombre de fiar: la manera de mirarte, de exhibir su poder. Ante estas situaciones siempre reacciono igual: perdón, tengo que ir al baño. Nunca más le vi.

Cuando España la vio en Falcon Crest la convirtió en leyenda.¿Se lo recuerdan aún?

Sí, mucho. No me disgusta para nada. Es más, me gusta. Tuve muchísima suerte de trabajar en una serie que se hizo viral y global. En los camerinos, Jane Wyman (Angela Channing) me dijo que le habían comentado que yo era muy buena actriz. Y sentenció: Ahora lo veremos. Luego me felicitó.

Usted fue un sex symbol en los ochenta. Le recuerdo una escena muy tórrida con Mikey Rourke en «Orquídea Salvaje». ¿La hubiese rodado hoy?

Sí, sí, sin ningún problema. No se trata de no hacer estas escenas. Se trata de hacerlas bien, con respeto, sin excesos, ni traspasar los límites del consentimiento.

Dentro del Código de Buenas prácticas hay un apartado denominado «Coordinador de Intimidades». ¿Me explica qué hace ese coordinador?

El Código de Buenas prácticas es un manual revisado por el equipo de juristas de la Universidad Carlos III y por la comunidad de profesionales de cine que fundamos con mi marido durante la pandemia que se llama «Familia de cine». El coordinador de intimidad es una figura dentro del rodaje para estar seguro de que todas las partes involucradas en una escena de intimidad lo hacen con consentimiento.

Discúlpeme, ¿no ve en estas medidas ecos de puritanismo radical?

Es todo lo contrario. Solo así todos nos sentimos libres para poder crear.

Se han rodado millones de películas sin esa figura…

Sí, pero no hemos sabido lo que ha pasado con esos actores. Pensemos en Marisol, Joselito y muchos actores jóvenes que se han decepcionado en la Escuela, como en Reus, Lérida o Sevilla, la más reciente.

Durante la entrega de los Goyas, la Academia de Cine, se encargó de colocar en las paredes carteles que alertaban contra el abuso sexual y posibles agresiones. ¿No se nos está yendo un poco de las manos todo esto?

Intentaron hacer un protocolo para que no pasara en los Goyas lo que ocurrió en los Feroz. Hay conductas que se deben erradicar.

Podrían colocarlos en el ministerio de Igualdad, por aquello de una ley tan insensible con las mujeres maltratadas, acosadas y violadas…

—El abuso no es solo para las mujeres. La ética está antes que la Ley. Rectificar es de sabios.