Iglesia en Sevilla
Sin hogar, pero con sueños
La campaña de Cáritas llama la atención sobre la dignidad de las personas sin hogar, cuyo día se celebra el domingo 26
Este año jubilar, la campaña se centra en la esperanza representada por los anhelos de cada uno
La ONG de la Iglesia alerta sobre la escasez de plazas y el laberinto burocrático para acceder a una residencia de mayores de 65 años
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Iniciar sesiónTienen nombre y apellidos. Tienen nacionalidad. Tuvieron -o tienen actualmente aunque no les da para un techo- un trabajo y compañeros. Tienen familia, amigos, conocidos. Y, sobre todo, tienen dignidad. Lo único de lo que carecen es de hogar. Pero siguen teniendo sueños, anhelos íntimos, ... esperanzas de una vida más apacible, que los saque de la calle y les dé dónde vivir.
Tal es el punto de partida de Cáritas para su campaña de este año para las personas sin hogar, cuyo día conmemora la Iglesia este domingo 26 de octubre con subsidios litúrgicos, comunicaciones en las eucaristías y actos de sensibilización en las parroquias. «Es la campaña de los olvidados», dijo este miércoles Francisco José Sánchez Heras, responsable de Cáritas en Andalucía.
Básicamente, la campaña de denuncia y sensibilización de la ONG de la Iglesia persigue poner el acento sobre la dignidad inherente a su condición humana antes que en la circunstancia sobrevenida de carecer de hogar. «Es una llamada de atención para no acostumbrarnos, normalizando e invisibilizando, a ver a las personas sin hogar como parte del mobiliario urbano», reseñó.
Cada noche, se calcula que duermen al raso en torno a 700 personas sólo en Sevilla capital, aunque el fenómeno también se da en otras poblaciones del entorno metropolitano. Los cinco proyectos parroquiales de atención 'in situ' a personas sin hogar alcanzaron en 2024 a más de cuatrocientos transeúntes a los que dieron caldo o zumo, según la estación del año, pero, sobre todo, conversación, calidez humana, atención y ánimos.
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Casi 800 personas están encuadradas en las rutas que cada atardecer cubren amplias zonas de la ciudad para acercar la atención personal de los despachos parroquiales a los que no tienen hogar. Cáritas mantiene abierto el Centro Amigo, en Triana, donde sus 22 técnicos atendieron el año pasado a 33 personas 'rescatadas' de la intemperie, de las que cinco pasaron a convivir en los dos pisos de transición donde se fomenta su autonomía plena antes de su reinserción social definitiva.
Pero no sólo se actúa a posteriori, cuando una sucesión de adversidades en vidas hasta entonces normalizadas llevan a dormir en la calle. El director de Cáritas Sevilla, Miguel Ángel Carbajo, desgranó esta semana la «inversión» de la organización en «prevención del sinhogarismo ayudando en el acceso a la vivienda, con pago de alquileres o de facturas de suministros básicos a quienes se ven forzados a priorizar la comida sobre otros pagos». En total, Cáritas diocesana destinó 800.000 euros a atender esas necesidades de personas con riesgo de perder el hogar.
Dignidad sin hogar
El director de las Cáritas de Sevilla hizo dos peticiones expresas a la Administración pública para ayudar en la resolución de esta lacerante realidad como son facilitar el empadronamiento a personas migrantes y reforzar las plantillas de los servicios sociales comunitarios. «Las personas sin hogar son los últimos en acceder a una vivienda», dijo.
La solución a un problema tan complejo pasa, antes que nada, por un cambio de actitud en la ciudadanía, que es lo que busca la campaña de Cáritas año tras año. Humanizar, por así decir, a las personas sin hogar: «En la respuesta a personas que más lo necesitan se ve nuestra talla moral como sociedad», señaló el responsable de Cáritas Andalucía.
Hay respuestas, sin embargo, que Cáritas reclama con vehemencia: la falta de seguimiento de las condiciones de salud de este colectivo, el «laberinto burocrático» para acceder al ingreso mínimo vital, la atención personal en las administraciones públicas evitando la «brecha digital» a personas carentes no ya de habilidades informáticas sino de hasta un simple teléfono, y acortar los plazos de ingreso -«son de auténtica locura»- en residencias geriátricas de personas sin hogar mayores de 65 años, que arrastran un deterioro considerable por vivir en la calle.
Desde Cáritas insisten en que «no hay fórmulas mágicas» sino sólo «acompañamiento, asertividad, acogida y estar cerca». Esa actitud está al alcance de cualquiera que se pare y se acerque a conversar con estas personas sin hogar carentes de casi todo pero con sueños. Descorrer el manto de invisibilidad con el que colectivamente preferimos cubrirlos para no verlos. Como dijo Sanchez Heras, «lo peor es cuando una sociedad acusa a los pobres de ser pobres».
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