Episodios locales
Gustavo Bacarisas, el artífice de la estética sevillana
El pintor fue a morirse al día siguiente de que pasara la cabalgata de los Reyes Magos, a cuyo engrandecimiento había contribuido sobremanera hace más de un siglo
Sevilla
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónAhora que la cabalgata de Reyes Magos vuelve a estar en el ojo del huracán en el que anualmente se la coloca en los días posteriores a su celebración, bueno será recordar a quien fraguó la estética del cortejo en sus comienzos. Y no sólo ... eso: quien forjó la identidad festiva de Sevilla tal como hoy la conocemos.
El día que Gustavo Bacarisas falleció, el 7 de enero de 1971, Sevilla perdía no sólo uno de sus pintores adoptivos (había nacido en Gibraltar en 1872) autor de los mejores carteles de las fiestas primaverales, sino al artífice de algunas de las creaciones colectivas más reconocibles y con las que más se identifica el sevillano medio: la cabalgata de los Reyes Magos y la Feria de Abril.
ABC llevó a su portada la muerte del pintor, Hijo Adoptivo de Sevilla desde 1919, al año siguiente de haber trabajado como creador artístico en la primera cabalgata de Reyes Magos del Ateneo de Sevilla, que había inventado José María Izquierdo. Y el año anterior, en 1917, había pintado un cartel para las Fiestas Primaverales que todavía, más de un siglo después, permanece en la cumbre de la cartelería hispalense.
Las pañoletas de las casetas de feria y la conjunción con los toldos listados en rojo o verde también son ideación de Bacarisas, honrado como Hijo Adoptivo de Sevilla en 1919 en virtud de su creación de lo que hoy denominaríamos «identidad corporativa» de la ciudad.
Su funeral en la parroquia de la Magdalena, a tiro de piedra del mercado de entradores donde vivía, estuvo exento de la grandeza que merecía el artista
Pero el recuerdo de su entierro en aquella Sevilla provinciana y pobretona de inicios de la década de los 70 del pasado siglo no deja de tener un poso amargo. A artistas con menos importancia en la forja de la identidad colectiva se les ha dispensado despedidas más rutilantes que la que vivió el pintor. No digamos en nuestros días, en que la opinión pública es tan novelera como disparatada. Su funeral en la parroquia de la Magdalena, a tiro de piedra del mercado de entradores donde vivía, estuvo exento de la grandeza que merecía el artista.
Al día siguiente, una reseña en la cobertura de ABC daba cuenta de algunas circunstancias desagradables en el último adiós a quien había hecho tanto por la ciudad: «El coche funerario no pudo apegarse al acerado porque no se había dispuesto ninguna medida para ello. La metrópolis del Sur estaba ausente. Sólo una corona: la que a última hora enviamos desde el Ateneo. El artista que llegó a Sevilla y por enamorarse de Sevilla se quedó en Sevilla para siempre, se enterró sin que Sevilla se enterara».
«Después, lo de siempre: el entierro mondo y lirondo. El guardia municipal que dirigía el tráfico ante la Magdalena no quiso interrumpirlo: no sabía quién era don Gustavo. A pasito presuroso a San Fernando. Unas losas de cemento cubrieron con rapidez la fosa. Los pocos sevillanos que asistimos, musitamos 'sotto voce' una plegaria por el mejor de los 'llanitos', por quien fraguó la primera cabalgata de Reyes, por quien no fue enemigo de nadie, por quien ensalzó el arte hispalense, por quien murió en silencio, en ese grande y fenomenal silencio de Sevilla que todo se lo traga». Eso fue todo.
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete