Tal día como hoy, 2 de febrero (pero de 1954), un manto blanco de nieve cubrió Sevilla: las fotografías de aquella jornada
CURIOSIDADES DE SEVILLA
Un paseo por las imágenes de la gran nevada de Sevilla: recordamos este episodio histórico y gélido gracias a la hemeroteca de ABC de Sevilla
Sevilla
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Iniciar sesiónEs invierno y la estación lleva varias semanas haciendo honor a su nombre. Los sevillanos están poco acostumbrados a las bajas temperaturas que se están viviendo en la ciudad últimamente y por ello, algunos se echan las manos a la cabeza diciendo que hace ... un frío desmedido. Sin embargo, otros defienden que se suele tener poca memoria en este asunto, y que este descenso de los termómetros está en la absoluta normalidad de los meses de enero y febrero. Tirando de memoria, algo que nos gusta hacer en el serial #ArchivoABCsev, recordamos una efeméride que viene como anillo al dedo a este gélido asunto. Tal día como hoy, 2 de febrero pero del año 1954, fue la gran nevada de Sevilla.
Para recordarla, rescatamos unas imágenes del archivo gráfico de ABC de Sevilla en las que la nieve llegó a cubrir la ciudad, dejando estas instantáneas insólitas.
La fecha de la gran nevada en la capital la conocen muchos, febrero de 1954, pero desgraciadamente pocos pueden contarnos en persona el testimonio de haberla vivido, aquellos que eran niños o jóvenes entonces y que ahora superan los setenta años. Los que hoy son abuelos fueron los sorprendidos por aquel manto blanco que cubrió la ciudad el 2 de febrero de 1954, día de la Candelaria. Afortunadamente quedan registros imborrables, como las fotografías de Serrano para ABC de Sevilla.
Bajo estas líneas vemos como unos ateridos sevillanos van caminando por la plaza de la Encarnación cubierta por una alfombra de nieve. Pueden calcularse las proporciones de la nevada viendo cómo quedaron los bancos y los setos que decoraban entonces este enclave.
Tal y como recogió este periódico, fue a las ocho de la tarde. La ciudad ya casi dormía o se acurrucaba en la mesa de camilla buscando el calor del cisco de la copa, cuando comenzó a nevar casi milagrosamente. Como es de esperar, la nevada causó gran sensación en la ciudad. Los cronistas de la época publicaron que las calles de Sevilla se llenaron de sorprendidos que no querían perderse por nada del mundo un día así. Fue una jornada única, de hecho no ha vuelto a nevar en Sevilla con esa intensidad desde entonces, y de esa fecha pronto se cumplirán los 70 años.
ABC publicó la noticia a dos columnas. «¡Nieve en Sevilla!». Por las ventanas se podía confirmar. La calle Betis, el Prado de San Sebastián, el barrio de Santa Cruz... Todo estaba cubierto por una capa de 15 centímetros de nieve gracias a que se produjo de noche y los termómetros descendieron hasta los cuatro grados bajo cero.
Como decía la crónica de aquel día, «después de tres jornadas de un frío inusitado, anoche, aproximadamente a las ocho, comenzó a nevar en nuestra capital, espectáculo extraordinario para los sevillanos desde hace no menos de nueve años, aun cuando la nieve no empezó a cuajar en el centro hasta que no pasó más de una hora».
Aquel día, los niños «hicieron muñecos de nieve tocados de boina, se desgajaron árboles bajo el peso de la nieve y desaparecieron como por ensalmo los taxis». Pero el fenómeno no cogió cuerpo hasta un día después, ya que fue el 3 de febrero cuando Sevilla se regodeó en la nevada, la «gran nevada» que daba título a este periódico: «La infrecuencia del fenómeno en Sevilla justifica la regocijada expectación que suscita la nevada de anteayer. Al quedar cubiertas por los limpios copos calles y plazas, fueron muchísimos los sevillanos que abandonaron la acogedora tibieza de los hogares para gozar del bellísimo espectáculo».
La nevada aguantó su cuajo hasta la noche del día 4. Y es que la ola de frío en toda España fue descomunal. En un breve, ABC destacaba que se habían registrado 28 grados bajo cero en Candanchú (Huesca) para justificar el temporal níveo en toda la zona occidental de Andalucía, poco acostumbrada.
El aire siberiano llevó a Sevilla a mínimas de 2 bajo cero, que junto a la lluvia trajo la nieve: «Era una cosa extraña que en la vida habíamos visto y no hemos vuelto a ver», aseveraban.
La estatua ecuestre del Cid Campeador mostró este singular aspecto en aquella gélida mañana del 3 de febrero. La montura del caballista se llenó de nieve, el pedestal sobre el que se soporta y todo el jardín de la glorieta. Aquellos que pasaran en coche por la céntrica circunvalación se quedarían atónitos.
Al abrir las ventanas el panorama era muy distinto al que acostumbramos ver en el sur: «Desde las azoteas se veían todos los tejados blancos. Fue espectacular». Según datos de la Agencia Estatal de Meteorología, ese día cayeron en Tablada 25 milímetros en forma de lluvia y nieve, que cuajó y perduró durante la jornada siguiente.
Si hay una imagen en la que se aprecia la magnitud de aquella nevada es la anterior de los Reales Alcázares de Sevilla. El histórico fotógrafo de esta casa Serrano tomó esta fotografía desde cierta altura y en ella se puede ver perfectamente cómo toda la acera está cubierta de nieve, los bordes de la fuente e incluso la copa de los árboles de alrededor.
¿Por qué es tan difícil que nieve en Sevilla?
La razón de que ese fenómeno sea tan inusual en Sevilla está en una combinación de elementos, pero sobre todo, explica Juan Algar, en dos: su latitud y su altitud. La capital hispalense está muy al sur y sus temperaturas son suaves. Aunque en otros lugares aún más meridionales, como las montañas del Rif de Marruecos, nieva, eso se produce porque tienen mayor altitud y a más altura, las temperaturas bajan; Sevilla, a escasos 9 metros sobre el nivel del mar medidos en el andén del Ayuntamiento, lo tiene difícil y por ello es más probable que nieve en el cercano Aljarafe (con municipios como Sanlúcar la Mayor a 148 metros sobre el nivel del mar) que en la capital.
Aún hay otro factor que influye en que las posibilidades de que haya una nevada en Sevilla sean muy escasas. Por la situación geográfica de la ciudad, aquí generalmente hace frío cuando hay un anticiclón y eso supone que no hay precipitaciones, imprescindibles para que haya nieve.
Por último hay que tener en cuenta el llamado «efecto isla térmica» que se da en gran parte de las ciudades: la concentración de edificios provoca que haya más calor en la capital hispalense que, por ejemplo, en el Aljarafe donde aún hay grandes áreas libres de edificaciones.
Con todo ello, aunque hiciera el frío necesario y precipitaciones para formarse la nieve, hay que tener en cuenta que para que ésta cuajase y cubriese de nuevo de blanco Sevilla el suelo no puede estar húmedo y las temperaturas deben mantenerse frías para que los copos no se derritan. Quizás sean demasiado condicionantes para ver nieve en Sevilla, pero nada hay imposible, como se vivió en 1954.
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