Candi, mujer transgénero con condenas por malos tratos: «Fui al Registro, dije que me sentía mujer y me tomaron los datos»

Su caso saltó a la palestra hace unos días cuando el abogado sevillano José Antonio Sires denunció haber recibido un auto del Juzgado de Violencia sobre la Mujer de Sevilla en el que se le informaba que el caso que su clienta mantiene abierto contra su maltratador –condenado desde el año 2019 por unos primeros episodios de violencia en esta relación– ha sido inhibido a un juzgado de instrucción tras haber cambiado de sexo el acusado. Las condenas por maltrato de Cándido –ahora Candi– se dividen en dos etapas distintas: la que protagonizó contra la madre de su primer hijo y la que se produjo con esta última pareja, con la que tiene dos hijos menores de edad. Aunque en ambas relaciones quedó demostrada la culpabilidad de Cándido, Candi se declara ahora inocente e insiste en que su cambio de sexo no guarda relación con los diferentes procesos judiciales abiertos, ni tampoco con el salvoconducto que para numerosos defraudadores ha supuesto la ley trans que impulsó Irene Montero. «Yo no he intentado hacer ningún fraude de ley, pero quiero insistir en que aquel delito se cometió en el año 2015 y ya está prescrito».

–Usted dice que el delito se produjo en 2015.

–Sí, en 2015 en diciembre.

–Entonces, asume que cometió ese delito de malos tratos por el que fue condenado y sigue a la espera de una nueva entrada en prisión.

–En ningún momento. Aquel episodio fue porque trajo a un primo suyo de Paraguay y con toda la caradura me lo metió en mi casa de la barriada de Villegas. Supuestamente venía a trabajar, pero este muchacho estuvo todo el día en la casa sin hacer nada. En aquel momento yo trabajaba con una grúa y, como me dijo que era peluquero, le busqué un trabajo en La Algaba. Duró un día. Llegaba todos los días a las seis y las siete de la mañana. Como no podía cubrir sus necesidades, le dije que se tenía que ir y ahí vino la discusión con mi pareja, que me denunció falsamente. En 2019 me llegó la sentencia y en 2023 me dicen que tengo que entrar en prisión. El artículo 131 del código penal habla de la prescripción del delito. Desde que se ha cometido hasta que sale la sentencia, han pasado 9 años.

–Además, usted ya estuvo en la cárcel por una condena por violencia de género a otra mujer.

–Me echaron 23 meses. Cuando la madre de mi primer hijo se enteró que yo había tenido relaciones con esta pareja paraguaya [la actual denunciante], tomó los medios necesarios para alejarme del niño. Me denunció.

–Conoce usted bien la Ley.

–Cuando estuve en la cárcel estudié el Código Penal y Civil. No tenía otra cosa que hacer. Yo cojo a un abogado y le doy veinte vueltas.

Sobre su cambio de sexo en el Registro Civil de Sevilla, Candi explica que es un proceso bastante simple y sencillo para cualquier ciudadano: «Lo único que te piden es el consentimiento. Fui al Registro, dije que me sentía mujer y me tomaron los datos. No tuve que aportar pruebas ni hormonarme. Tengo pensado hormonarme, pero más adelante. Te toman nota y a los tres meses te llaman por si estás seguro de esa rectificación. Firmas un papel y al mes siguiente ya se ha culminado el proceso».

Candi explica que empezó a sentirse mujer en 2020, después de su paso por la cárcel. Un sentimiento que «más o menos» afloró tras haber tenido relaciones con compañeros de cautiverio. Lamenta que durante todo este proceso esté sufriendo «mucha discriminación», especialmente «por parte de los cuerpos de seguridad del Estado, que se fijan más en mi físico que en lo que siento como persona». Además, asegura tener denunciada a la Junta de Andalucía porque «me siguen tratando como hombre».

Preguntada por la ley trans, a Candi le parece que «está bien» porque les ofrece una serie de «derechos suficientes». «Bastante hemos sufrido», dice. Sobre la impulsora de esta norma que ahora le beneficia judicialmente, Candi apunta que Irene Montero «ha hecho cosas buenas y también cosas malas». «No me gusta la ley del 'sí es sí' porque no veo que pongan en libertad a una persona que ha actuado de esa manera».

Candi lamenta que su caso se haya solapado en el tiempo con el del ertzaina trans que la semana pasada fue detenido por agredir a su pareja tras registrarse como mujer. «Es una estupidez porque las mentiras tienen las patas muy cortas. Mi caso es el de un padre que fue a pedir explicaciones tras enterarse que a sus hijos se los habían llevado a un centro tutelado, con una hija de quince años en coma etílico. Ella fue la que me golpeó».