de la misa la media
Bulla de Pureza en las Letanías
Iglesia hispalense
El oficiante, el párroco y vicario de Pastoral Social, aprovechó la iglesia llena y el Evangelio de Marta y María para clavetear una homilía en la que puso el acento en lo espiritual
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Iniciar sesiónMisa en el Polígono Sur por la Misión de la Esperanza
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Templo: Parroquia San Pío X (Polígono Sur)
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Fecha: 7 de octubre
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Hora: 20:00
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Asistencia: a rebosar, más de doscientas personas
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Preside: Salvador Diánez
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Ornato: rosas y flores blancas a los pies de la Esperanza de Triana, alumbrada por candelabros de cola
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Música: coro de la hermandad
Era una misa de diario. En teoría, porque la presencia de la Esperanza de Triana actúa como un poderoso imán que atrae todas las miradas y todas las visitas al Polígono Sur desde que empezó su misión popular el sábado 4. El resultado del ... martes, antes de que diera comienzo el triduo solemne, era un lleno hasta los topes, calor en el ambiente y el vicario escuchando confesiones como nunca se había visto.
En el presbiterio, tres expresiones artísticas, cada una de un estilo: el crucificado expresionista en madera noble, impresionante; la Virgen de la Alboreá, figurativa contemporánea del año 1989 obra de Manuel Escamilla, hermosa en su sencillez; y la Esperanza de Triana, de la que está todo dicho. Parecida heterogeneidad que se daba en la asamblea.
Eso sí, piedad popular en estado puro: santo pueblo de Dios que se pierde en misa, gente que viene con un ramo de flores de los caros y que apenas musita el padrenuestro, una anciana con bastón que ha serigrafiado la foto de la Virgen en la camiseta negra que viste, madres y abuelas, curiosas o devotas, cargadas con niños llorones a los pies del templo, siseos colectivos para acallar la algarabía en el patio como si la bulla de la calle Pureza un Viernes Santo por la mañana se hubiera trasladado a las Letanías.
Y, por supuesto, muchas fotos. Y mucha confluencia de capillitas jóvenes remilgados, de los de cubanita y pelito esculpido, con militantes recios de la HOAC porque a continuación de la misa se celebraba una vigilia de adoración por el trabajo decente. Definitivamente, se están rompiendo muchos moldes en San Pío X: el jueves se convocó a la muchachada de Effetá a postrarse… Ver para creer.
La verdad es que costaba concentrarse en el oficio divino con tanto ruido a la puerta, tanto aleteo de abanico (¡si Segura levantara la cabeza!)... y tanta música. La afinación, perfecta, pero la intensidad vocal… ay, no hace falta cantar tan fuerte. ¡Ni tanto! El canto de entrada ya se hizo largo, pero es que en el ofertorio el oficiante tuvo que aguardar su tiempecito a que cesara la música y no es eso: siempre tiene que estar al servicio de la liturgia. Vaya lo uno por lo otro, la 'Salve marinera' a la Esperanza de Triana fue una preciosidad (la repartieron con una estampita de la Virgen) y el remate de la 'Nana de la señá Santa Ana' le dio todo el aire popular a la tumultuosa salida del templo, Triana en esencia pura.
El oficiante, el párroco y vicario de Pastoral Social, aprovechó la iglesia llena y el Evangelio de Marta y María para clavetear una homilía en la que puso el acento en lo espiritual: «Somos como Marta: si no nos paramos a hacer revisión y le abrimos el corazón, estaremos haciendo muchas cosas, pero perdiéndonos lo más importante: la presencia de Dios en nuestras vidas». Y en otro momento: «El Señor nos está diciendo que no nos inquietemos porque la parte principal es ponerme a los pies de Cristo junto a María para conocer la voluntad de Dios conmigo».
También se refirió, claro está, a la visita de la Esperanza de Triana: «La misión acaba de empezar. Que seamos transmisores de esperanza y que demos continuo testimonio de unidad para que la Iglesia sea el lugar donde nadie se siente extraño ni extranjero». Dijo algo («¿soy el último de todos o trato de ocupar los primeros puestos?») que vino al pelo, porque el hermano mayor, Sergio Sopeña, sentado en el penúltimo banco sin protagonismo alguno, cedió su lugar para que lo ocupara una feligresa del barrio. Eso es hacer sitio para todos.
Desde luego, en la parroquia lo hubo el martes. Diánez concelebró con el párroco de Santa Ana, de Triana, y otro sacerdote más de nombre Vicente, además de un monaguillo animoso pero poco ducho a la hora de los cruces. Una minoría se arrodilló en la consagración, pero es que se cuentan con los dedos de las manos los bancos con reclinatorio. En cambio, muchas personas se levantaron en señal de respeto cuando se devolvió la reserva al sagrario. Costumbres arraigadas de otra época y en otros lugares.
Qué positivo resulta que feligreses de Triana o de donde sea se lleguen a la calle Madre del Creador (más limpia que de costumbre) y aireen su práctica con hermanos de aquel barrio con otros usos pero con idéntica fe. Ojalá la misión sirva para poner en marcha procesos más que ocupar espacios, que tanto decía el Papa Francisco…
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