Iglesia hispalense
Beatos con mucha historia
Hasta subir hoy a los altares, se ha indagado sus vidas durante 11 años. En algunos casos, las propias familias se opusieron a instruir la causa
Sevilla
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Iniciar sesiónLa investigación histórica detrás de la beatificación de veinte mártires católicos de la Guerra Civil que tendrá lugar este sábado 18 de noviembre en la Catedral a partir de las once de la mañana presidida por el cardenal prefecto del dicasterio para la ... Causa de los Santos, Marcelo Semeraro, se ve plasmada en 11.000 folios recopilados en los once años transcurridos desde que en 2012 el arzobispo emérito, don Juan José Asenjo, diera inicio a la causa en su fase diocesana.
Desde ese momento inicial del 2 de marzo de ese año hasta la búsqueda de reliquias de los mártires que hoy suben a los altares, la Comisión de Peritos en Historia y Archivos ha llevado a cabo una intensa labor de búsqueda y verificación de pruebas que corroboraran que se trató de muertes martiriales, aunque sus trabajos se cerraron oficialmente en 2016. El primer obstáculo al que se enfrentaron el catedrático de Historia Contemporánea José-Leonardo Ruiz Sánchez, y las archiveras del Arzobispado Nuria Casquete de Prado Sagrera e Isabel González Ferrín fue determinar el número de integrantes de la causa diocesana.
Durante los aciagos días de la Guerra Civil y sus prolegómenos, habían muerto asesinados a causa de la fe unas seiscientas personas en la archidiócesis, que en 1936 desbordaba los límites provinciales de Sevilla abarcando toda Huelva, buena parte de Cádiz hasta El Puerto de Santa María y algunos pueblos limítrofes de un arciprestazgo de Málaga.
La primera selección dejó en sesenta los posibles martirios en Sevilla en 1936
El siguiente paso fue indagar en su biografía y en los instantes finales de sus vidas para tener la certeza de que éstos estaban en consonancia con el ejemplo de fidelidad a Cristo que se espera de alguien martirizado, por lo que ese número pronto se vio reducido a su décima parte.
Algunos de ellos ya habían sido incluidos en otras causas de beatificación promovidas por institutos religiosos a los que pertenecían o las diócesis en las que ejercieron su misión. El caso más notable, por ejemplo, es el de la teresiana hispalense Victoria Díez, asesinada en Hornachuelos en agosto del 36, que había subido a los altares en 1993.
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Asesinatos por odio a la fe
Los sacerdotes martirizados tenían un documento excepcional en el que se recogía abundante información sobre su biografía y asesinato por odio a la fe: el cardenal Ilundáin había ordenado recoger los testimonios orales y las pruebas documentales en un 'Informe oficial' redactado en 1937, pero la situación de los seglares era bien distinta: había que bucear en archivos e indagar en crónicas locales para verificar la posición de partida.
Al mismo tiempo, la comisión de peritos historiadores tenía que dilucidar si eran ciertas las manifestaciones vertidas por el jefe de prensa del general Queipo de Llano, Antonio Bahamonde, en su libro de memorias publicado en Buenos Aires en 1938. En sus páginas daba noticia del asesinato a manos de los sublevados de dos sacerdotes que habían protestado por las sacas de presos, uno en Carmona y otro el capellán del cementerio de Sevilla. La investigación histórica demostró que ambos habían muerto en fecha diferente a la que los rumores señalaban para su 'paseo'.
Las visitas a los archivos parroquiales para consultar la documentación corrían como la pólvora en los ambientes eclesiales y al cabo de unas horas, casi todo el mundo en el pueblo sabía qué se estaba buscando en aquel mar de legajos de setenta años atrás.
Pero no siempre las familias dieron su aprobación para que se incluyeran sus nombres en la causa por temor a reabrir heridas en poblaciones donde todo el mundo sabe quiénes mataron y quiénes murieron aunque hayan pasado casi ochenta años. En sentido contrario, también se dio el caso de quienes presionaron con insistencia para que sus deudos fueran entre los elegidos de la causa en su fase diocesana.
Otros casos en los que apenas había constancia argumental también hicieron que el número de posibles mártires declinara de los 49 iniciales sobre los que se rastreó su biografía hasta los diez (una mujer y nueve varones) presentados en Roma. Todos asesinados en los primeros compases de la guerra a excepción de dos: el industrial Agustín Alcalá Hanke, tiroteado mortalmente en Alcalá de Guadaira el día antes del pronunciamiento militar en la España peninsular, y Vicente García Manzano, fallecido en 1941 a resultas de las heridas en el asalto a la cárcel de Cazalla. Finalmente, Roma lo apartó de la causa.
La comisión de peritos tuvo que investigar 600 asesinatos en la Guerra Civil
Toda esta exhaustiva investigación quedó recogida en el opúsculo 'Seglares mártires' de fecha 30 de octubre de 2013 que guarda el Archivo Causa de los Mártires de la Archidiócesis de Sevilla. El libro 'Mártires de la persecución religiosa en la archidiócesis de Sevilla (1936)' recoge esta labor ingente: documentación reunida, declaraciones de antaño y testimonios de ahora (103 testigos que depusieron en 114 sesiones de trabajo) además de la abundante bibliografía (antigua y reciente) y material archivístico, bibliográfico y hemerográfico que ocupa casi once mil folios en la 'relatio' enviada al Vaticano.
El fruto de ese trabajo extenuante se verá a partir de las once cuando se descorra la gloria de los nuevos veinte beatos durante la ceremonia en la Catedral.
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