de la misa la media
Lo que va de ayer a hoy en el Polígono: misa en la parroquia de San Francisco Javier
iglesia en sevilla
El pueblo sigue la misa con fervor y es reconocible la comunidad parroquial en esos gestos que hablan de la importancia de cuidar los detalles en misa
Sevilla
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Iniciar sesiónMisa en el Polígono de San Pablo
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Templo: parroquia de San Francisco Javier
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Hora: mediodía
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Asistencia: casi lleno, unas 150 personas
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Preside: Alfonso Peña Blanco
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Ornato: ramo rosa de hortensias contrahechas a los pies del santo
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Música: espontánea del pueblo
La parroquia de San Francisco Javier es la última del polígono de San Pablo. No sólo geográficamente, ya en la linde del barrio D con Santa Clara. Es la menos valiosa desde el punto de vista arquitectónico de ese esfuerzo de renovación pastoral y litúrgica ... que supusieron lasiglesias posconciliares del polígono de San Pablo, hoy aquejadas de muchos achaques como la cercana de San Ignacio de Loyola.
En San Francisco Javier se está bien. Es cómoda, luminosa, ofrece buena visión del altar desde todos los ángulos y el confesionario está en una capilla lateral enfrente de la sacramental: se admira uno de tanta claridad en el programa constructivo. La personalidad se la confieren las lámparas de forja, los azulejos celestes combinados con el ladrillo y las celosías de colores. Todo con materiales muy baratos (el suelo mismo), lejos de los alardes de Santiago del Campo en las otras parroquias del Polígono, inscritas en el catálogo Docomomo del Movimiento Moderno.
Por eso resaltan todavía más las adiciones que se han ido sumando para 'encarnar' una fe que en los años 60 se le propuso a los fieles como demasiado 'abstracta': la talla del santo navarro, la Virgen del Carmen entronizada sobre el sagrario, los mármoles a dos colores del presbiterio, el altar y el ambón, las barandillas marmóreas del comulgatorio… El resultado, al menos, no resulta inarmónico, que ya es bastante. Y la casulla rosa (domingo de Laetare) del oficiante resalta por su riqueza en aquella 'iglesia pobre'.
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La asamblea es mayoritariamente mayor, quizá los primeros pobladores de aquel barrio aluvial tras la riada del Tamarguillo. Y hay un detalle significativo: no hay casi ningún migrante entre los fieles, llamativo hoy por hoy en las iglesias sevillanas. El pueblo sigue la misa con fervor y es reconocible la comunidad parroquial en esos gestos que hablan de la importancia de cuidar los detalles en misa.
El principal, la música espontánea. El párroco, musicólogo y experto cantor, entona todas las oraciones de la misa con una perfecta afinación. Esto parece fácil, pero hay algunos sacerdotes que por momentos parecen celebrar 'in persona Petri'... por aquello de los gallos. Durante el ofertorio, la asamblea canta. Luego, silencio. Siempre es preferible a esas grabaciones como de disco de pizarra con voces monjiles de otra época que algunas veces se pinchan precisamente para no dar sitio al incómodo silencio que invita a recogerse.
De la homilía, diremos que tuvo mucha sustancia, pero es que predicar sobre la parábola del hijo pródigo («también podría nombrarse como del padre bueno») es jugar con ventaja. El celebrante gesticula y juega con las inflexiones de voz, que siempre ayuda a que la parroquia no se amuerme. Y une una razón teológica depurada con alguna expresión coloquial que acerca la historia, aunque echamos de menos más vida cotidiana: «El hijo menor era un prenda, como decimos en nuestra tierra».
Así que en el plazo que el Papa les tiene recomendados a los predicadores (ocho minutos) hilvana una bonita prédica en torno al motivo central del cuarto domingo de Cuaresma: «La fiesta que ordena el padre está prefigurando la eucaristía, que es la fiesta de la alegría; mientras que el hijo mayor representa la actitud asceta del fiel cumplimiento de las obligaciones pero incapaz de participar en la alegría del reencuentro».
Pues eso, que feliz reencuentro con las parroquias del Polígono, que reflejan como pocas lo que va de ayer a hoy en la Iglesia hispalense: a la salida, tras el aviso parroquial de un 'Motus Christi' de los misioneros identes para el domingo 6 a las cinco de la tarde, el ensayo del paso de misterio de la hermandad de San Pablo con sus correspondientes coreografías. Algo impensable cuando se levantaron los bloques de pisos.
Bajo la parihuela del Cautivo van todos los brazos tatuados que no se ven en las parroquias. La fe -donación al fin y al cabo- ni se crea ni se destruye, sólo se transforma. Como el Polígono de San Pablo mismamente.
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