GRANDES QUEMADOS
Álvaro, superviviente gracias a la piel artificial: «Encendí la chimenea del salón y al poco rato todo estaba en llamas»
Este experto en marketing de 29 años fue uno de los primeros pacientes de la Unidad de Quemados del Virgen del Rocío a los que se implantó piel artificial
La piel artificial salva la vida de grandes quemados que llegan al Virgen del Rocío
Sevilla
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Iniciar sesiónÁlvaro Trigo tiene 29 años, es experto en marketing, corredor de maratones, bético y superviviente de un incendio. Su caso entraría dentro de la categoría de «grandes quemados porque el fuego abrasó más del 60 por ciento de su piel. «Estaba en una casa ... en medio del campo, encendí la chimenea del salón y me fui a la cocina. Cuando volví, el salón estaba ardiendo. No me lo explico pero aún me explicó menos cómo se me ocurrió la brillante idea de tratar de apagar el incendio. Al final acabé cayendo de espaldas sobre el fuego y se me prendió la ropa«. Álvaro, en llamas, consiguió salir de la casa y alcanzar la vivienda cercana de unos familiares, que llamaron llamaron a una ambulancia.
No llegó a perder el conocimiento pero ingresó directamente en la UCI del Hospital Virgen del Rocío de Sevilla, donde permaneció más de cuatro meses para curarse de sus graves quemaduras. «Estuve todo ese tiempo en aislamiento, en una habitación de cristal. Las curas eran diarias y muy dolorosas y me hacían una operación prácticamente cada semana. El dolor era horrible y el miedo a morir lo tenía muy presente y aún lo recuerdo. Estás todo el día solo en una habitación y te sobra tiempo para darle vueltas a las cosas, pero la atención y el cuidado que ponían los profesionales sanitarios en todo su trabajo era maravilloso. Ellos fueron lo mejor de esos cuatro meses y todo lo bueno que diga de ellos es poco. Y me salvaron la vida. Siempre que voy a Sevilla me paso a saludarlos por el hospital«.
A Álvaro, que celebró su 24 cumpleaños en el hospital con sus cuidadores entre vendas y cremas, lo operaron trece veces en cuatro meses y, como no había piel suficiente en su cuerpo, para hacerle los injertos que necesitaba para seguir viviendo, emplearon piel artificial cultivada en un laboratorio de la Universidad de Granada. Fue el tercer paciente en España al que le injertaron ese tipo de piel, considerado un medicamento salvador. No había otra opción y salió bien. «Tanto los médicos como los enfermeros me ayudaron mucho psicológicamente. La actitud que tienen me hizo que yo afrontara toda esta desgracia con buena actitud y ojalá todas las personas que sufran en su cuerpo el daño del fugo caigan en esa unidad de Quemados del Virgen del Rocío«.
Han pasado seis años desde que salió del hospital sevillano y Álvaro se encuentra bien y acaba de correr la maratón de Sevilla. «Ayer corrí cien kilómetros. La verdad es que estoy completamente recuperado. No tengo secuelas pero sí cicatrices y un poco de retracción en alguna zona de la espalda, brazos y piernas«.
Álvaro Trigo corrió 110 kilómetros desde Ubrique al estadio del Betis para recaudar fondos para unas prótesis de otro chico como él, víctima de un incendio, al que le tuvieron que amputar las piernas. Y logró 110.000 euros, el coste de las prótesis
Tampoco le han quedado secuelas psicológicas ni miedo al fuego. «Tengo barbacoa en casa y la enciendo, cuenta. Lo que sí he aprendido es a reaccionar mejor ante un suceso imprevisto como el que me ocurrió». Álvaro se ha convertido en una especie de mentor de chicos y chicas jóvenes que han pasado por una experiencia parecida a la suya. «A través de las redes sociales, me contactan y me piden consejo. Mantengo el contacto con ellos y en todo lo que puedo ayudarles, lo hago». Muchos pasaron por la Unidad de Quemados del Virgen del Rocío y Fran, un enfermero, recomienda a algunos pacientes que lo están pasando muy mal que hablen con Álvaro. «Yo les animo, les pido que tengan fe y les digo que el ser humano tiene unos límites que no se pueden imaginar. Somos capaces de llegar a superar cosas increíbles«.
De hecho, ha corrido la maratón de Sevilla, entre otras, e hizo un reto solidario para otro chico como él, víctima de un incendio, al que tuvieron que amputarle las piernas. «Él también era bético, como yo, y se me ocurrió hacer una carrera desde la casa de este chico, que estaba en Ubrique, hasta el estadio del Betis», cuenta Álvaro. Eran 110 kilómetros y el objetivo de la misma era recaudar fondos para sus prótesis. «Costaban 110.000 euros y se logró alcanzar esa cifra», recuerda con orgullo.
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