El Alemán, ese «psicópata explosivo» que sembró el terror en Sevilla en sólo 48 horas
crónica de sevilla en negro
En 1991, un hijo de emigrantes españoles mató a dos personas y a punto estuvo de cobrarse una tercera víctima por dinero para pagar droga
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En la Sevilla pre Expo92, la heroína hacía estragos. No sólo era la responsable de reclutar a una legión de zombis que deambulaban por determinados barrios de la ciudad y por pueblos de la provincia sino también era la gasolina para una espiral ... de violencia que se traducía en atracos, robos salvajes y peleas callejeras que tenían como único motivo la búsqueda de dinero a la desesperada para comprar una dosis más.
En ese contexto se produjeron los crímenes del Alemán. Así apodaban a un vecino del poblado de Marismillas a principios de los 90 para referirse a José Manuel Martínez, hijo de emigrantes que habían buscado fortuna en el extranjero. Este individuo tenía 31 años cuando en la madrugada del 26 de mayo de 1991 fue a buscar a un vecino para comprarle droga. Como no tenía y el mono estaba ya desbocado, decidió asaltar el bar de los padres de ese vecino. Aunque fracasó en el intento no se dio por vencido y se dirigió a la casa de los dueños del establecimiento donde logró colarse por una ventana.
El marido, que tenía 60 años y se llamaba Jacinto, sorprendió al ladrón que iba armado con un cuchillo. No dudó en asestar a la víctima una primera puñalada. Jacinto, sorprendido por la violencia mostrada por el ladrón, trató de refugiarse en su dormitorio, pero el Alemán fue detrás de él y le propinó una segunda cuchillada que fue mortal. La esposa de Jacinto, que se encontraba durmiendo en la cama, se despertó sobresaltada al escuchar los primeros gritos e intentó ayudar a su marido, pero José Manuel no tuvo piedad alguna. La golpeó en repetidas ocasiones y la hirió de gravedad en el cuello.
Durante el forcejeo, la mujer, de nombre Encarnación, consiguió levantarle la capucha que llevaba para que no le reconocieran porque en Marismillas se conocen todos los vecinos. Fue así como la víctima supo quién les estaba atacando. Según reza en el escrito de acusación del fiscal, la esposa logró salir a la calle y pedir ayuda. Horas después, el toxicómano fue encontrado en su propia casa, a muy poca distancia del lugar del crimen, desnudo y con el botín que se había llevado deprisa y corriendo de la vivienda del matrimonio.
Sobre la pista de un primer crimen
Ese crimen puso sobre la pista a la Guardia Civil sobre la autoría de otro terrible asesinato que estaban investigando y que se había cometido apenas 48 horas antes en Las Cabezas de San Juan. Un peluquero había sido brutalmente asesinado con un hacha y un cuchillo. El cuerpo de Antonio había sido encontrado en el salón de su casa. Le habían dado varios machetazos y justo en la zona del corazón le habían clavado un tenedor de cocina grande que sirve para manipular los asados. Para completar la escena terrorífica, al cadáver le habían cortado dos dedos.
Cuando José Manuel fue detenido y se le interrogó por este crimen, confesó que el peluquero le habían hecho en varias ocasiones proposiciones sexuales y que la última vez lo había hecho delante de su mujer; por lo que quiso castigarle. Pero además de ese móvil, a la víctima le faltaban varias joyas. Nuevamente, el robo aparecía en la escena del asesinato.
En 1994, la Audiencia Provincial celebraba el juicio en el que el fiscal solicitó 86 años de cárcel por dos asesinatos y uno tercero en grado de tentativa. Encarnación había logrado salir con vida del asalto. Su declaración en la vista oral, en la que describió al detalle lo sucedido e identificó al acusado fue clave. José Manuel, que había confesado durante la instrucción, al llegar el momento del juicio se desdijo. Negó haber matado al peluquero, asegurando que aquel día había ido a Dos Hermanas a comprar droga.
Sobre el asalto al matrimonio, donde había una testigo fundamental, se escudó en que no se acordaba de lo que había hecho porque estaba drogado. No pudo eludir la condena. Los peritos que lo habían analizado lo describieron como un «psicópata explosivo» con un enorme desprecio hacia la vida de otros.
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