La superviviente del accidente aéreo: «José sintió fatiga antes de salir. Tras el despegue, se desplomó»

Kika, la superviviente del accidente aéreo de este domingo, cuenta los últimos minutos de la vida de la que fue su pareja durante veinte años

La superviviente del accidente aéreo: «José sintió fatiga antes de salir. Tras el despegue, se desplomó»

CRISTINA AGUILAR

Todos sus compañeros y amigos del club de vuelo Ilipa Magna, de Alcalá del Río, quisieron ayer ver y abrazar a Kika, la superviviente del accidente aéreo que tuvo lugar en Sevilla el pasado domingo. Continúa estable en el área de Observación ... del hospital de Traumatología del Virgen del Rocío , donde permanecerá al menos tres o cuatro días más. Los enfermeros y auxiliares, con una paciencia de agradecer, dejaban pasar en grupos de tres a los que emocionados aguardaron a las puertas del recinto hospitalario hasta las ocho y cuarto de la tarde, el momento en el que se les permitió hablar con ella.

Kika, plenamente consciente y con total lucidez , iba saludando uno tras otro. Sin embargo, se deshizo en lágrimas al percatarse de que estaban allí tres de las cinco personas que han hecho que hoy siga con vida: Antonio Toscano y Juan José Chacón, los pilotos del ultraligero que escoltaron al de Kika hasta la cabecera de la pista 27 del aeropuerto de San Pablo; y Fernando Vera, el cabo de la Guardia Civil que sin pensárselo dos veces sacó a Kika de la aeronave en llamas.

«¡Ay, mi Fernando, muchas gracias por todo!» , decía. Mientras tanto, iba narrando a sus héroes qué había sucedido esa fatídica tarde. «José estaba hablando con los responsables del aeródromo de Trebujena y yo haciendo un vídeo a una avioneta que llevaba un gran cartel. Fui al bar un momento, y después de despegar un autogiro, nos dispusimos a salir nosotros. Sin embargo, José se sentía mal y no arrancó. Me dijo: ‘Cari, estoy malo, tengo fatiga’. Nos bajamos del avión y a los cinco minutos volvimos a subir. Despegamos el ultraligero. Pasaron cinco o diez minutos y, de repente, José se desplomó con la cabeza y los hombros hacia delante. Le eché agua, le di varias tortas pero no reaccionó».

Las emociones de Kika se debatían en la balanza de la entereza y el desaliento por la pérdida de la persona que la había acompañado durante más de veinte años.

«¡Mi Chino no está, Antonio; mi Chino se ha ido!», bisbiseaba entre sollozos. Él, para tranquilizarla, como ya lo hiciera a diez mil pies el domingo, le recordó su valentía: «¡Y tú decías que no podías volar, Kika!» .

Pese a lo aparatoso del accidente, esta vecina de Guillena de 62 años podría recuperarse de sus lesiones en un mes. Según fuentes del propio hospital, Kika tiene rotas cuatro costillas, además de luxaciones en el coxis y en una vértebra . Sufre quemaduras leves en un antebrazo y fracturas en los tobillos y talones de ambos pies. De no requerir intervención, y si su situación no se complica, en menos de cinco días podría estar en casa.

Fran Gonzálvez, el controlador del puesto de aproximación del Centro de Control aéreo de Andalucía que fue guiando a Kika hasta el aeródromo de Sevilla, y Antonio Zabau, el piloto del helicóptero de la Dirección General de Tráfico que socorrió a esta mujer cuando su ultraligero cayó a tres kilómetros de la cabecera de la pista, en un campo de naranjos junto al Club de Campo, faltaron a la cita por diversos compromisos, aunque estuvieron en todo momento en la mente de la mujer herida.

Una pareja extrovertida

Francisca y José Antonio, que entre sus amigos eran conocidos como Kika y Chino (por lo achinado de sus ojos), se conocieron hace más de veinte años mientras José practicaba ala delta. Desde entonces sus vidas han estado ligadas a los deportes de altos vuelos. El cielo unió y separó a esta pareja. La última gran aventura la corrieron hace unas semanas, cuando viajaron en su Sinus hasta los Pirineos para disfrutar del verde paisaje que ofrecen esos parajes. Eran amantes de la naturaleza y todos los recuerdan como una pareja extrovertida donde no faltaban las bromas. Kika y José no tuvieron hijos.

« A José le gustaba hacer deporte . Lo veíamos a menudo en su bicicleta eléctrica. Se cuidaba mucho con las comidas, no porque le ocurriese nada, sino porque a él le gustaba cuidarse. Estaba delgado y nunca tuvo problemas médicos graves. Además, como piloto, obligatoriamente todos los años pasaba unas exhaustivas pruebas médicas. Si tuviéramos que pensar en alguien que por su forma de vida podría sufrir un ataque al corazón, seguro que en la quiniela no estaba José», aseguraba Fran, que a menudo compartía cabina con el fallecido, del que todos coinciden en destacar que era un experimentado piloto.

Kika no tiene licencia de vuelo, no obstante, ha asistido a numerosos cursos de pilotaje . Llevaba volando con José desde hacía años, de ahí que pudiera atinar a lanzar un «MayDay» aun con la situación que la rodeaba.

En peligro

Pese a esto, Juan José, la persona que pilotó el motovelero donde también iba Antonio, señaló que Kika estuvo en serio peligro en algunos momentos . «Volaba a 10.300 pies cuando logramos comunicarnos con ella. A partir de 12.000 se aconseja no volar porque empieza a faltar el oxígeno. Si hubiera subido más, podría haber sufrido una hipoxia».

Juan José recuerda los instantes después de hablar con Kika. «En cinco minutos sacamos el avión del hangar y salimos a buscarla. Cuando la localizamos, nos situamos junto a ella. ‘¿Kika, nos ves?’, le decíamos, a lo que nos respondió que sí. A partir de ese momento, Antonio, que tiene mucha experiencia en vuelo de ultraligeros, hizo todo lo posible por calmarla y darle las indicaciones».

Pero Juan José y Antonio no fueron los únicos en surcar el cielo para buscar a Kika después de dar ésta la voz de alarma. José Antonio Vega y José Miguel Tapia, dueños de otro motovelero, también salieron a buscar a la mujer perdida . Antes, hablaron con ella por teléfono para saber dónde estaba. «Oíamos mucho ruido y a Kika chillar. Le dijimos que buscara el río o alguna zona reconocible. A los diez minutos de despegar Juanjo y Antonio lo hicimos nosotros. Cogimos la ruta hacía Trebujena, que era de dónde procedían, pero no los veíamos. Cuando sobrevolábamos Los Palacios, oímos por radio que ya la habían interceptado en Carmona, así que nos dimos la vuelta».

Para Fernando Vera, el domingo ocurrió algo parecido a cuando se alinean los planetas, algo que sólo pasa una vez cada miles de años. «Se dio la circunstancia de que las tres personas que auxiliamos directamente a Kika éramos pilotos de ultraligeros, y sabíamos qué podía ocurrir y las posibilidades que tenía de llegar a pista si seguía nuestras indicaciones. Lamentamos la muerte de José, pero a Kika la hemos podido salvar».

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