El rescate de Astilleros de Sevilla

Las atarazanas sevillanas ocupaban 25 hectáreas de terreno del puerto. En la mitad de ellos se ubican una serie de edificios que tenían utilidad cuando el volumen de la actividad hizo que esta empresa, inaugurada en los años cincuenta, llegase a tener más de dos mil empleados en plantilla; en la otra, las instalaciones que permitian la construcción y reparación de barcos: cuatro gradas, tres cubiertas bajo una nave de considerable altura y una al aire libre, un dique seco, el dique de botaduras y las naves de pintura.

Todas siguen ahí, aunque el chatarrero contratado por el liquidador de la antigua empresa esté desmontando piezas que no afectan a la estructura pero por las que se puede sacar un buen precio y reducir la deuda con los acreedores.

La nave, con sus tres gradas, una de ellas ocupada por Tecade, empresa constructora de grandes estructuras, que también ha pedido ampliar la concesión, presenta algunos signos de abandono y requerirá sin duda buena parte de la inversión prevista por las empresas que quieren implantarse allí, pero el dique seco tiene un aspecto espectacular con sus 161 metros de largo y 37 metros de ancho y se entiende que se quiera aprovechar esa imponente infraestructura, dado su buen estado.

La Autoridad Portuaria confía en que los nuevos proyectos sobre Astilleros salgan adelante porque está empeñado en que esas doce hectáreas sigan teniendo actividad naval, para el resto del espacio los planes pasan por convertirlo en una nueva área industrial o logística.