De la corte del Rey Sol a la del Rey Sabio

Por otro lado, es verdad que un cambio de escenario siempre nos viene bien, y sobre todo si es tan espectacular como el Alcázar. La Capilla del Palacio Gótico es pequeña y acogedora; sin embargo, el programa presentado, que contaba con tres violas bajas y momentos de gran fuerza, se encontró con un zócalo de azulejos renacentistas, diríamos que de unos tres metros de altura -acústicamente cuentan como cristales- y que llevan custodiando el recogimiento en la capilla desde hace siglos y, claro, salieron en su defensa. De nada sirvieron los nervios de la bóveda de crucería, los adornos vegetales del retablo de madera dedicado a la «Virgen de la Antigua» ni cualquier otra protuberancia que detuviera las ondas centrífugas.

Comenzaba el concierto con una obra original para dos violas, la 'Suite à deux violes et basse continue' en Re menor y cuyo 'Preludio' a cargo de Fahmi y Rami Alqhai empezaba poniendo pelos de punta: aquí la desnudez de los instrumentos, el trenzado de las voces, la soledad del sonido... impactaba. En la 'Allemanda' sobresalía el ritmo apuntillado (bueno, en cuál no), pero con una gran magnificencia, con aire casi de marcha, como dejando claro que estábamos en la corte del Rey Sol.

De nuevo los hermanos se confabulaban en la 'Sarabande' para ofrecernos esa música pura, en la que Fahmi asumía la voz más aguda mientras Rami lo contrapunteaba desde la zona más grave, con líneas separadas, hermosas, profundas y serenas. Contrastaba con la 'Gavota', más ligera y muy francesa, hasta entonces la más bailable de las danzas. Aumentando la velocidad, con las violas en pleno contrapunto y con la vitalidad de la 'Giga', sostenida por una célula rítmica galopante en el clave terminaba esta preciosa suite.

De 'Alcione' oíamos una suite que se abría con la 'Obertura', con un carácter acaso más guerrero que otras, triunfal, solemne, 'forte', apuntillada, en la que Fahmi lleva la melodía y Johanna Rose y Rami realizan cerradas imitaciones; y por si acaso, se potenciaron 'cortes' enfáticos. Le seguía la breve, ligera y pegadiza 'Marche pour les matelots', también cargada de gráciles imitaciones de unos a otros, aunque Fahmi mantuviese el protagonismo; finalmente. La 'Tempête' hizo mover los arcos a velocidades endiabladas, en uno de los pasajes más descriptivos de la suite.

Maravillosa igualmente la 'Passacaille' de 'Armide' de Lully, iniciada al clave por Javier Núñez, donde pudimos oírlo más a solo, en todo un ejemplo del género, ya que el bajo -generalmente descendente- soporta las distintas elaboraciones sobre la reiterativa armonía. Al cabo de unos cuantos compases se les sumaron los demás, en una entrada que no por esperada resultó ser menos efectiva. Al final, la viola de Rami se movió por el registro más grave y sus notas apenas se distinguían.

Con 'La Laborde' (Pièces de viole avec la basse continue) de Lully volvía a entrar el clave y nuevamente la acústica condicionaba esas notas mantenidas. Pero en una acústica como esta el músico suponemos que seguramente se plantearía mantener la duración de las notas tal como están escritas o acortarlas para que no sigan resonando. Núñez eligió cumplir con lo escrito, aunque quizá -por un bien mayor- hubiera sido mejor acortar la duración. Suponemos que lo habría probado de las dos formas previamente y se decidió por lo que pensó que era mejor. Su trabajo, impecable.

Oyendo las tres danzas seleccionadas de 'Pièces à trois violes par Ms. Forcroy' nadie diría que provenían del mismísimo diablo Forqueray; tal vez algo la 'Courante', pero se han visto más dramáticas. La 'Allemanda' parecía tener un aire de marcha, en donde la melodía solía plantearla Fahmi, mientras Johanna mantenía un contracanto cuando no lo relevaba en la exposición de la melodía, a veces en una zona algo más aguda. La 'Sarabande' de nuevo planteaba el momento de interiorizar los sonidos que se entrecruzaban entre las tres violas, sin clave, aunque el protagonismo lo volvían a compartir Johanna y Fahmi. Las melodías resultaban tiernas, evocadoras cuando no descarnadas en sus disonancias. En la citada 'Courante' que cerraba el programa siguieron con el planteamiento de la 'Allemanda', pero con la fuerza del fin de fiesta, algo que resultó explosivo.

Si las salas paralelas, mayores, suelen tener un sonido de tubo, esta pequeña lo tiene acentuado. La de los tapices los puede tener de aliados, absorbiendo el choque de frecuencias, y la que da al jardín tiene las aberturas hacia el mismo que, aunque sean de cristales, rompen la linealidad acústica de la sala alargada. Habría que probar, teniendo en cuenta también el número de músicos y si hay voz o no. Así que no es fácil.