«El sexo enferma»: una soltera, a punto de salir espantada por lo que piensa su cita sobre las relaciones

Si bien en Jesucristo ha encontrado a alguien que la escucha y la comprende, también desea un romance más terrenal con un hombre «alegre, divertido y comunicativo». Algo de lo que acabó arrepintiéndose.

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Noralba conoció a Herberto (67), un soltero si cabe todavía más fervoroso que ella. Tanto es así que entró cantando, literalmente, las alabanzas de Dios y cargando con la Biblia debajo del brazo. Pero al hombre no le hizo falta abrir la boca para que a la soltera le entraran ganas de quitarse de en medio. «Yo buscaba un guapetón, y al verlo llegar con Carlos yo decía '¿dónde está el guapetón?' Ese no es para mí», confesó.

Sobera pensaba que como Noralba y Herberto vivían tan profundamente su fe, se les abriría las puertas del amor. Pero nada más lejos de la realidad. Si a ella amagó con irse de la cena antes de que cruzaran un par de palabras, cuando su cita habló y habló más de Dios que de él estuvo a punto de explotar. Quedó claro que ponerse a leer la Biblia en mitad de una primera cita no es el mejor método de conquista, por más que a la otra persona sea también creyente.

A mitad de la cena, Noralba reconoció que no se fue por educación y por obrar bien con Dios. Pero ni siquiera aceptó bailar con él, alegando que «si baila como habla, estoy perdida».

Para ella la eternidad duró lo que tardaron el comerse el postre, sobre todo porque fue en ese momento cuando su cita sacó el tema del sexo, algo que, en su opinión, «no hay que tomar tanto porque es solo para procrear». «Eso también enferma, desgasta…».

«He quedado enferma yo», se desahogó Noralba, dejando así claro que la postura de Herberto le parecía totalmente anticuada. «Eso es lo mismo que cuando a uno le decían de pequeñito que si se toca sus partes se queda ciego. Los cristianos también podemos disfrutar del sexo», reafirmó, pidiendo desesperada «¡que se acabe esto ya!».