Roberto Leal y su madre reinventan 'Expediente X'

Él le «da el paso» para tranquilizarla y, de vez en cuando, la manda callar, consciente de que en el interrogatorio «del café con las amigas» se le puede ir la lengua. «Menos mal que me advierte, si no lo hubiera contado», dice ella, riendo siempre, sobre uno de los sustos del programa. También sobre el dinero calla a tiempo cuando Leal le suelta: «¡Mamá!». Claro que ya se lo dijo todo Mercedes a Pablo Motos en 'El hormiguero': «Pensaba que el primer sueldo era ya el de toda la serie».

—Nunca he querido guión porque si lo leo me lo tengo que saber y después no me acuerdo de la mitad de las cosas. Por eso con guión nunca he querido. De momento– explica Mercedes.

—Dice de momento porque no sabe a ella lo que le pueden ofrecer, porque claro, ella está muy venida arriba–aclara Leal.

No es la primera vez que Mercedes sale en televisión, aunque, reconoce, «imponen un poco las cámaras». Ya habían colaborado hace cuatro años. Cuando Roberto Leal montó, junto a su mujer, la productora Blondloyal, fichó a su madre para una sección en un programa de Canal Sur a la primera de cambio. Esta experiencia, entre «el miedo y la risa», les ha unido más, excusa perfecta para acortar la distancia geográfica y pasar más tiempo juntos tras la muerte del padre. «Este formato es el regalo de mi vida. Poder estar con mi madre un mes y medio grabando y recorriendo España.... Mi miedo es, como me pasaba con mi padre, no haberlo podido exprimir más y haber visitado más sitios y haber conocido más cosas. Ahora eso lo estamos arreglando, disfrutando al máximo», confiesa Roberto Leal.

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Buscando la X a su expediente no vieron fantasmas pero sintieron cosas extrañas. «Hay cosas a las que no le encontramos explicación», cuentan. «En Cardona, entramos en una cripta e hicimos preguntas. Cuántos monjes había, si nos iban a visitar esa noche, si estábamos molestando... cuando te responden con sentido, te asustas. Había mucha humedad, oscuridad, casi no nos veíamos las caras; en la habitación se apagaron y encendieron las luces. Impresiona, era mucho más que energía», asegura el presentador, que admite ser bastante escéptico, al contrario que su madre. Fue él, sin embargo, el que echó a correr y la dejó atrás. «Si yo no me he muerto en ese sitio, no me moriré ya nunca», apostilla ella.

Aún así, explican, «nada de lo que se escucha, de lo que sale y se ve, está manipulado, porque pasan cosas y suenan cosas. Y lo que hemos hecho es ponerlas ahí, simplemente». Nada de trucos, no más de los necesarios en este aventura que viaja a Sevilla, Madrid, Toledo, Córdoba, Pelayos de la Presa y Cardona con la asesoría de Josep Guijarro. «El programa está editado y al hacerlo eliges las mejores tomas, lo ambientas con una música de tensión, como en el cine, que ayuda a sugestionarte. Pero no he puesto una luz donde no correspondía, ni un halo de nada por detrás, porque eso sí que me parecía una falta de respeto. Si te asustas de mentiras, se nota. Si te ríes de mentiras, se nota más», advierte el presentador andaluz.

Ahí, por fin, le sale un poco de carácter, aunque, asegura Mercedes, «es el hijo perfecto. Tiene sus cosas, claro, pero yo no las veo».