Alfonso Guerra, muy crítico con la amnistía: «¿Dónde se ha visto que las leyes las redacten los delincuentes?»

El exvicepresidente del Gobierno acudía al programa de las hormigas moradas para presentar su libro de memorias, 'La rosa y las espinas'. El libro recoge parte de las vivencias que en marzo de 2022 contase guerra frente a la cámara del cineasta Manuel Lamarca. Huyendo de lo políticamente correcto, el político relata desde su experiencia los entresijos de la Transición, cómo se desarrolló la elaboración de la Constitución, el golpe de Estado del 23F, la histórica victoria del PSOE de 1982, su trabajo como vicepresidente o su salida del Gobierno, amen de su faceta más personal.

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Arrancó la entrevista con Pablo Motos resaltando una curiosidad del libro que le había llamado la atención: Alfonso Guerra no tenía vocación política. Pero también me gustaba la dirección de orquesta. El mundo cultural. La política la veía un poco distante», confesó.

Gracias a su experiencia en el mundo de la cultura ganó tablas, algo que le sirvió para llevarlas a los mítines después, según detalló. «Al principio, en el 77, nadie había hecho nada. Y claro, yo no me ponía nervioso. Mis mítines gustaban mucho a la gente, usaba el humor. Entonces la gente estaba relajada y la ideología entraba sola».

Antes de entrar en faena y opinar sobre temas más controvertidos, el invitado adelantó un proyecto que está preparando como Antonio Machado. Guerra explicó que él y su hermano Manuel se querían mucho y escribían obras de teatro conjuntamente, desmontando así la creencia popular de que representan las dos Españas. «Uno murió exiliado defendiendo la República, y al otro le pilló por casualidad el levantamiento en Burgos mientras visitaba a su cuñada. Nosotros en la Academia de Buenas Letras de Sevilla vamos a organizar una exposición intentando representar la reconciliación de los hermanos. O simbólicamente, la de los españoles. La muestra va a tener un importante interés literario, social y cultural».

En relación a la política, Motos afirmó que ha cambiado mucho todo desde que Alfonso Guerra formó parte del Gobierno de Felipe González. «En su época decir una mentira era casi un crimen», planteó el presentador. El invitado asintió, agregando el primer palo de la noche para Pedro Sánchez que «ahora mentir es cambiar de opinión».

«En este momento hay un punto de inflexión que debiéramos intentar entre todos resolver», prosiguió. Para él «no se puede aguantar» que en la política la tensión del Congreso de los Diputados se traslade a las calles y pasen cosas como las sucedidas en Ferraz o que políticos sean increpados y les lancen huevos. «Es una pendiente que cuando se pone en marcha, no hay freno», aseveró, insistiendo en que todos los partidos deben comprometerse y en que «la oposición que se haga lo más dura que sea, pero luego no pasa nada por tomarse un café con el otro. Antes se hacía».

Enseguida llegó el tema central de la entrevista, la ley de amnistía. Reflexionando sobre si la merecen, respondió rotundamente que no. «Los que dieron un golpe de Estado y dicen que volverán a hacerlo… ¿Dónde se ha visto que las leyes las redacten los delincuentes? Eso ya la inhabilita».

Guerra entró también a valorar la constitucionalidad de la medida y se refirió a la línea oficial marcada por el Ministerio de Justicia cuando concedieron los indultos, por ahora la única con carácter oficial. «Cuando digo 'no cabe' repito las palabras que repitió mil veces el presidente del Gobierno, estoy en la línea del secretario general del partido: no cabe».

A su modo de ver la negociación supone borrar un delito, algo nada sensato «¿Cómo es posible que se negocie con un señor que está buscado por la justicia, que es un prófugo, que declaró que Cataluña era independiente, cogió la maleta y se largó?».