En las tripas de «Maestros de la costura»

ABC se cuela en la grabación de la entrega de este lunes

Caprile se une a la prueba semanal en «Maestros de la costura» RTVE

Cuando los focos se apagan y las cámaras desvían su punto de mira, el espectáculo hace una pausa pero el trabajo continúa. En el plató de «Maestros de la costura» hay tantos nervios como agujas e hilo, tantas ganas como botones en el costal. ... Cada semana, Raquel Sánchez Silva presenta vestida de firmas españolas, los concursantes se entregan a las pruebas y Lorenzo Caprile, Palomo y María Escoté juzgan el resultado. Pero cuando la televisión descansa, no cesan las ideas ni, mucho menos, la pasión por la costura.

«"Maestros de la costura" es un 80% show y un 20% moda, pero solo por ese veinte merece la pena. Es un programa de televisión y los tres sabemos a lo que venimos, pero eso no quita que haya unos contenidos muy trabajados que incluso nos permiten conocer desde dentro empresas que nunca han dejado meter las cámaras de televisión, como Camper o Adolfo Domínguez», explica Caprile a ABC, entre bastidores, durante un receso de la grabación de la entrega que se emite este lunes.

«Maestros de la costura» es ese programa en el que los concursantes corren a la mercería compitiendo por una tela que pueda darles el maniquí dorado, pero también el espacio capaz de conseguir llevar a plató el Fortuny auténtico de una coleccionista privada que nunca había salido de su casa, gesta tan inédita como poco dinfundida.

En la primera prueba semanal, Caprile se anima a competir con los concursantes restantes, que deben realizar un vestido de alfombra roja con un presupuesto de 40 euros. Se arma con su cinta de medir y camina a paso lento a la mercería . El modisto no corre, la procesión va por dentro, más resuelto que Margarita, Begoña, Xiaona, David, Borja, Joshua y La Brava; con menos en juego. «Menos las cámaras, "Maestros de la costura" es más o menos igual a nuestro día a día. Siempre trabajamos con tiempo, vamos deprisa, con los mismos problemas que tienen ellos, olvidando algo», cuenta Palomo Spain. «Los nervios también los gestionamos nosotros en nuestros talleres todos los días», reconoce Caprile.

Fuera de plató, los diseñadores buscan las inspiración en la vida, en la literatura, en el cine, en la gente, en el metro. Los concursantes, sin embargo, apenas pueden levantar la vista de la máquina de coser, inmersos en dobladillos, bies y fruncidos. Espacio abierto o cerrado, taller o plató, los problemas siempre son los mismos, seas juez o alumno. «Para llegar a la inspiración máxima antes tienes el momento de bloqueo absoluto. El trabajo de un diseñador siempre es buscar la idea rebuscada, tiene que pasar por un proceso de desentendimiento», admite Palomo. Cambian algo más las respuestas. En el programa de este lunes, los jueces someten a examen a los concursantes. Quieren saber lo que pretenden transmitir con su forma de vestir. Aunque alguno de ellos no quiera expresar nada.

Mientras María Escoté es un «reflejo» de lo que siente «en cada época, cada momento», Palomo pretende transmitir «libertad absoluta» y Caprile, «cero pelotero». «Entre esa tensión de pasar desapercibido o destacar yo prefiero pasar desapercibido», reconoce, al tiempo que Palomo asiente, como coincidiendo. «Tu no quiero que me mire nadie, Palomo, no es mi no quiero que me mire nadie, me vas a disculpar...», bromea el diseñador, sin que le escuchen los concursantes.

No es una máquina del tiempo, pero la de coser tiene algo de nostálgico, del pasado. Como si hubiesen congelado esa estampa de antaño con las abuelas dándole al pedal mientras se dejaban los ojos entre hilos y costuras. Sin embargo, el oficio de modista y sastre es también algo moderno. Pasan los años y la gente vuelve a agachar la cabeza frente a la máquina de coser, para subir los bajos de un pantalón o para un diseño digno de desfilar en una pasarela. Corre el tiempo y «Maestros de la costura» se consolida en televisión, atrayendo a viejas y nuevas generaciones hacia un oficio de los que ya no abundan. «Hoy en día más que nunca, cuando hay tantas carreras e ingenierias, más se necesitan las profesiones artesanales. Lo que queremos es mostrar ese oficio tan imprescindible y a la vez tan bonito» , asegura Escoté.

Suena ajetreo, se pide silencio y los concursantes vuelven a sus puestos. Se acaba el descanso. Las cámaras se mueven y Caprile y los concursantes se colocan en sus puestos, para demostrarle a Palomo, Escoté, los espectadores y al mundo lo de moda que está la costura.

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