El mamaísmo sublime de Rigoberta Bandini

Menos mal que tenemos a Rigoberta Bandini y su letanía acorde a los sones epocales 'empoderados'. Los de la tele tenían que estirar el chicle durante semifinales y otras zarandajas, cuando la plebe ya había dictado sentencia: «Solo ganamos con la teta fuera» . Llevamos año quedando 'traspiúltimos' y esos frikis llamados 'eurofans' no pueden sufrir más. Todo está de cara o de teta.

Si el año pasado casi gana el 'afrancesado' que puso banda sonora al 'pornorreality' ese de 'Rociito' del 'Decir la verdad…' (y pasar por caja), ahora, cuando el pastelón sigue con el 'unboxing', el 'mamamamama' colabora al derramarse de las lágrimas.

Estéticamente tenemos, gracias a la 'bandini', de todo: cursilada espectrológica, rojipardismo familiarizante, deconstrucción de la faja integral, citacionismo decimonónico (basta con nombrar a Delacroix para que nos creamos en las barricadas), coreografías chapuceras o neosinceras, exaltación de la amistad y recuerdo de los 'cánticos regionales' ( fases de la ebriedad como todo el mundo sabe ).

Más allá de la 'mamandurria' política llega el 'mamaísmo', la retro-vanguardia que necesitábamos desde que nos quitaron el chupete. Lo único que me hace salir del júbilo delirante es el miedo a esa parte de la votación en la que se recurre a un no-se-qué 'demoscópico', como si estuviera entre bambalinas el mismísimo Tezanos y los fontaneros del CIS.

Aunque también entran ganas de llorar cuando uno piensa que no han aprovechado la ocasión para rendir homenaje a María Jesús que, según cuentan, sigue dándole al acordeón por los locales gerontocráticos de Benidorm. Ojalá hagan un remix de aquello de los 'pajaritos por aquí' y este 'destete mamaísta' que nos tiene a todos subyugados, arrullados, entontecidos.