Televidente
Supremacismo cultural
«De repente, creer que 'Sálvame' no es un servicio público no es elitista, sino supremacista»
Conservadurismo estético
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Iniciar sesiónEl debate sobre la alta y la baja cultura es como el de los límites del humor: un entretenimiento de hombres grises. Claro que ahora José Pablo López, cerebro y presidente de RTVE, fugaz ángel de la guarda de Belén Esteban y María Patiño, ha ... subido la apuesta y ha hablado de supremacismo cultural, lo que convierte el asunto en un delirio, pero también en algo nuevo y por tanto interesante. De repente, creer que 'Sálvame' no es un servicio público no es elitista, sino supremacista. Es la ley de Godwin actualizada: todo es susceptible de ser nazi pasados el tiempo y los escrúpulos necesarios.
José Pablo compareció en el Congreso y dijo que se hacía responsable del fracaso de 'La familia de la tele', pero que también se sentía orgulloso por haberlo intentado. Lo primero no sabemos qué significa a estas alturas (¿dimitir?, ¿pedir perdón?, ¿continuar en el cargo con la cara un poco más larga y los pómulos más marcados?), y lo segundo fue un giro de guion a la altura de los grandes parlamentarios: «Ha habido críticas que han estado muy bien orientadas. Lo que no asumo es el supremacismo cultural que algunos han querido imponer para la televisión pública».
La declaración plantea, al menos, dos cuestiones. La primera es qué debería ser la televisión pública en 2025 en un país como España, donde la oferta audiovisual gratuita es ancha. ¿Qué sentido tiene jugar a las audiencias contra el resto de cadenas, haciendo una televisión privada con dinero público? ¿Qué aporta lo público en esa ecuación? ¿Puede existir algo así como lo público plegado a las dinámicas del mercado? ¿No estaba lo público para librarnos de esas ataduras?
La segunda cuestión, claro, es el supremacismo cultural. De la frase se desprende que el supremacista es aquel que habla de telebasura, o que se escandaliza porque esta se pague con impuestos. La telebasura, en la jerga de José Pablo, es la televisión de todos, esa que no discrimina a nadie porque no exige nada. En el fondo de esa idea late un clasismo 'old school', pues asume que hay una cultura que es para todos (fácil) y otra que solo pueden disfrutar algunos (difícil); y en vez de ampliar el privilegio lo blinda por la vía de la crítica (¡supremacismo!). ¿Y no será eso el verdadero supremacismo, ya puestos?
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