Crítica de «La casa de papel 4»: atraco a fuego lento, con más corazón que músculo

Como no faltan dilemas morales , la segunda parte de este atraco se cuece a fuego lento, entre flashbacks y desencuentros. El que busque las grandes persecuciones y los fuegos artificiales del arranque de la tercera temporada tendrá que esperar a que todo explote, hacia la mitad de temporada.

Y, en parte, el culpable de que todo salte (más o menos literalmente) por los aires es Gandía (José Manuel Poga), que lleva la serie casi a un género nuevo: el terror . Se llevaría el premio a mejor peor villano de «La casa de papel» si no fuera porque la inspectora Sierra (Najwa Nimri) está incluso más salvaje que en anteriores episodios. Aunque haya escenas en las se le mete algo en el ojo (y al espectador también) all hablar de su pasado.

Al menos, al auxilio de la Resistencia acude Manila (Belén Cuesta), un personaje vinculado al pasado de Denver (Jaime Lorente) que parece que llega a la banda para quedarse un tiempo.

Y justo cuando parece que todo se desboca, que «La casa de papel» vuelve al puro thriller de acción, también a nosotros nos toca esperar al estreno. Si los cinco capítulos se ven con ganas, todo apunta a que los tres últimos son para devorarlos .