Premios a la venta: Cuando Michael Jackson compró el Oscar de «Lo que el viento se llevó»

Que sepamos, nunca un Premio Goya se había puesto a la venta o, al menos, nadie jamás se había enterado de una transacción que, por otra parte, es legal por el momento . Este martes, tras el escándalo causado por los Bajo Ulloa, la Academia de Cine emitió un comunicado en el que afirmó plantearse «una cláusula para regular este tipo de situaciones y que el Premio Goya no se pueda transmitir a un tercero». Además, insistió el organismo, se propondría que la institución tuviera la primera opción de recuperar el trofeo a un «precio simbólico», algo que ya ocurre en Hollywood con los Premios Oscar.

La Academia de Cine de Hollywood, de hecho, obliga a firmar un contrato a sus actores premiados y en el que el ganador y sus herederos se comprometen a conceder a la Academia la adquisición preferente del premio por la cantidad de un dólar. Dicha obligación no llegó hasta 1950 , lo que convierte a todo galardón anterior a esa fecha en una suculenta joya capaz de alcanzar cifras millonarias en cualquier subasta. Michael Jackson , por ejemplo, pagó 1,3 millones de dólares por el Oscar a mejor película de «Lo que el viento se llevó» (1939) , que además desapareció misteriosamente tras la muerte del «Rey del Pop». «Los encargados de gestionar su herencia no saben dónde está la estatuilla de “Lo que el viento se llevó”», dijo en su día el abogado del artista. «Espero que en algún momento aparezca, pues pertenece a sus hijos».

Steven Spielberg también pagó por premios que no ganó. Se hizo en distintas subastas con los Oscar a Bette Davis en 1939 por «Jezebel» y «Dangerous», así como con el premio a Clark Gable por «It Happened One Night». Adquisiciones, todas ellas, que el cineasta donó a la Academia de Ciencias Cinematográficas.

En 2011 el único Oscar que ganó Orson Welles por «Ciudadano Kane» fue vendido por 861.542 dólares. El filme fue candidato a nueve premios de la Academia, incluido el de mejor película, mejor actor y mejor director (ambos para Welles), pero sólo obtuvo el de mejor guion original . El premio, además, había permanecido desaparecido durante años oculto por Gary Graver, director de fotografía de Welles, que intentó vender el galardón en 1994.

Fue la hija del director, Beatrice, quien consiguió detener la venta y lograr que la estatuilla volviera a formar parte del patrimonio familiar. Los herederos de Welles, no obstante, optaron por vender el Premio de esta obra maestra del cine sin que la Academia pudiera hacer nada para remediarlo. Los descendientes de Welles ganaron un litigio legal asegurando que el cineasta jamás firmó documento alguno en el que se comprometiera a devolver su merecido premio.