«Madre oscura», la película de bajo presupuesto de la que todo el mundo habla

Esta decisión no parecía funcional para las grandes películas de estudio, pero sí lo ha sido para este modesto proyecto de la productora de terror IFC Films, con poco más de 58.000 euros de presupuesto. «Rodamos en un pequeño pueblo de Míchigan, Estados Unidos, y como buena película independiente, pusimos a gran parte de nuestra familia a trabajar en ella», apunta el codirector Drew T. Pierce . «Nos gusta bromear con que su hijo es una estrella de cine», añade Brett. Este pequeño proyecto es, de momento, la única película de terror de la primavera-verano y ha recaudado más de 1.7000.000 dólares (unos 1.503.000 euros) hasta el momento.

Esta hazaña ha permitido que «Madre oscura» viaje a lugares donde no estaba previsto. Como el español, al cual no habría llegado de otra forma ya que no fue seleccionada el año pasado para participar en el Festival de Sitges, hazaña que sí consiguió «Deadheads» (2011), la primera película de los hermanos Pierce. Su película regresa al género de terror protagonizado por brujas milenarias para relatar cómo esa «madre oscura» se apodera de la vecina de Ben, un adolescente amargado por el divorcio de sus padres que pasa el verano en la casa de su progenitor, e intenta matarlo para que nadie averigüe lo que está sucediendo.

«Madre oscura» supone un guiño de los directores a su padre, Bart Pierce, quien se abrió paso en la industria realizando los efectos especiales del clásico «Posesión Infernal» (The Evil Dead, 1981). Aunque el esquema de esta película se aproxima más al cine de terror adolescente de los ochenta, ese que bordó Wes Craven y su «Scream». Deja de lado los sustos de volumen, recurso del que han abusado recientemente películas como «Expediente Warren» o «Insidious», y resucita el mito de la bruja a través de su propia mitología, utilizando claras referencias a Black Annis, el Coco británico. «En la película hay muchas referencias al cine de terror clásico intencionadas, pero otras muchas más que no lo son. Al final hay obras que forman parte de nuestro ADN y no podemos evitar recurrir a ellas de forma inconsciente», responde Drew T. al ser preguntado por el sinfín de guiños al género que han encontrado los espectadores en la cinta.

«Últimamente hay demasiadas películas de terror que se toman demasiado en serio a sí mismas. Nosotros queríamos hacer una película de género, pero eso no supone que en cada escena se vaya a acabar el mundo. Queríamos que el espectador viviese esa montaña rusa de emociones que experimentan los personajes», apunta Drew. «Madre oscura» cuent a con una parte cómica , pero también provoca pavor a ratos. Esto es posible «gracias a la concienzuda labor del equipo». «Una escena que depende de los efectos especiales tarda cinco veces más en rodarse que cualquier otra que implique un simple diálogo y más cuando, como en nuestro caso, nos convertimos en ‘vampiros’ durante el rodaje. «Durante el día dormíamos y durante la noche grabábamos», comenta entre risas. Lo que no le provocó tanta risa fue tener que hospedarse en las dos casa que protagonizan la película. «Cada uno (de nosotros) se quedaba en una de ellas y estaban situadas en mitad de la nada. Una noche, a eso de las dos de la madrugada, llamaron a mi puerta. No sé quién lo hizo, pero para eso tuvo que recorrer unos cuantos kilómetros andando sin ningún tipo de iluminación», concluyó.

«Madre oscura» se incorpora a un género que vuelve a estar, como el de los superhéroes, de moda. «Creo que parte del motivo por el que están de moda otra vez es porque solo vemos remakes y secuelas en la cartelera, y las películas de terror son uno de los pocos géneros en los que estamos viendo nuevas ideas, contenido original. Es casi el único lugar donde se puede ver algo diferente actualmente porque seguimos buscando esa forma de asustar al espectador», reflexiona Brett Pierce. Pero no solo es cosa del cine, las series también han conquistado este género: «Y nos sorprende gratamente porque siempre hemos pensado que era muy complicado presentar un personaje con el que te puedes identificar durante mucho tiempo, unos tres o cuatro capítulos, y luego tener que estar dispuesto a despedirte de él entre gritos y sangre».