«Salga o no salga para el Oscar, me siento premiado con “Celda 211” y “Lope”»
La nueva vida de Alberto Ammann, el actor revelación del año
JOSÉ EDUARDO ARENAS
Se puede decir que Alberto Ammann nació para el público y los medios de comunicación la noche de los premios Goya, el pasado 14 de febrero, aunque los privilegiados espectadores del Festival de Sitges 2009 sabían de antemano que se trata de un buen actor, ... ante todo.
No en balde se presentó allí la fantástica “Celda 211”, de Daniel Monzón, 'Celda 2011', triunfadora en la pasada edición de los premios Goya, recibiendo ocho galardones, entre ellos los premios a la mejor película, director y actor protagonista. Allí, entre bambalinas, el cineasta Daniel Monzón vivía el éxito de “Celda 211” -8 premios de las 16 candidaturas obtenidas- entre un equipo alborozado en el que destacaba la cara de asombro de Ammán (Córdoba. Argentina. 1978).
“¡Qué bien!”, decía con su trofeo en mano al mejor actor revelación en maño. Tenía algo distinto en la cara que le hacía diferente al resto: ni pinta de galán al uso, ni lo contrario, por lo que cabía la posibilidad de que fuera ambas cosas. Han pasado sólo unos meses y el actor argentino ha aprendido de manera acelerada, cuasi violenta, lo que es la fama, demostrándonos su versatilidad al pasar del acongojado “Calzones” de “Celda 211” a un impulsivo y juvenil Lope de Vega, según Andrucha Waddington –“Es un fenómeno”, asegura Ammann- Ambos filmes están hoy en la terna de donde saldrá elegida la película española que enviamos a Hollywood y a la Academia Mexicana). Posee un sobresaliente tesón para adaptarse al ritmo impuesto sin perder el norte. Ha rodado en París como partenaire de Keira Knightley la nueva campaña de Chanel, bajo la atenta mirada del director Joe Wright (“Orgullo y prejuicio”). De cómo es en la vida real, de la amistad, y de sus aspiraciones nos habla en esta entrevista recién llegado de Sicilia.
Esfuerzo
Pese al esfuerzo, no le ha venido el bajón, al menos no lo demuestra, “pero sí necesitaba con urgencia poner las cosas en orden”, declara sobre los seis días que ha pasado en Sicilia resituando el puzle que era su cerebro: “Cuando tengo momentos de saturación, me ayuda la calma, respiro hondo y sigo. En los Goya ya había rodado “Lope” y filmaba “Eva”, con Kike Maíllo”. En medio, muchos acontecimientos. Hace pocos días, aprovechando que estaba en Madrid Daniel Brühl, también promocionó “Eva”. “Dani Monzón es fenomenal”. ¿Por Luis Tosar -triplete hacia el Oscar al protagonizar “También la lluvia” el mejor filme de Icíar Bollaín- siente la misma admiración? “Por supuesto. pongo mucho el acento en el tema de la amistad, lo que no quiere decir que sea algo prioritario cuando trabajo, pero agradezco el que exista tal posibilidad. Con Marta Etura y Carlos Bardem, lo mismo”.
Como lo más pesado de una entrevista es el formulismo que acota el área de preguntas a una película, aprovecha el descanso para contar su afán por seguir trabajando duro –que no le quepa la menor duda estando representado por la firma Kuranda-. “En Siciela he estado en la casa de la abuela de Alejandro Terranova, que es el cantante y guitarrista de la banda que estamos preparando –a retener-. Estuvimos componiendo un poco, me metí en el mar y tomé el sol y tomé contacto con el grupo, conmigo mismo. Tenía que retomar la música, que algo que me interesa desde hace años. Montaremos un estudio a las afueras de Madrid en un terreno al que se pueda llegar en una media hora, algo que no encontramos el centro urbano. El proyecto es precioso, construir un laboratorio de teatro, un estudio de grabación musical y de ensayo. El espacio creativo de teatro servirá tanto para pruebas como para representaciones… Algún día grabaré un disco”, alega ansioso. De nuevo hace hincapié en el ser humano, quizá por ser hijo único: “Lo mejor es que he encontrado a la gente idónea, a una familia. No tengo hermanos de sangre, la vida no me los dio, pero me recompensó con otros hermanos de camino, en Argentina y en España”.
Solidaridad
Entre tanta vivencia rescata el que ha estado en su Córdoba natal, “donde hicimos un pase de “Celda”. En Buenos Aires me ayudaron para conseguir una copia. Un único pase benéfico con una entrada de 10 pesos, la mitad de una entrada de cine. Se llenó y recaudamos 5.250 pesos argentinos, unos mil y pico de euros, que no es casi nada, pero allí, para una escuelita rural que fuimos a visitar, es mucho. Los niños tienen una huertita. ¿Sabe que algunos caminan siete kilómetros para ir al cole? No tienen transporte ni calefacción y si alguno necesita un médico lo pagan los profesores, porque el Gobierno no les da dinero. Con el dinero comprarán cosas para la infraestructura de la escuela, arreglarán otras y quiero que tengan un proyector para que les pongan documentales y vídeos educativos. No puedo explicarlo con mejor, pero ver la cara de la directora al entregarle el dinero fue todo un cuadro. Me gustaría que pusiera en la entrevista que la escuela se llama “Cornelio Saavedra”, en la localidad de Villa Posse. La Córdoba argentina es una ciudad-pueblo donde si uno sale de allí y hace algo destacado la prensa se hace mucho eco. Fue estupendo y un palizón realizado con cariño”.
Ammann conoce varios campos de refugiados en Argelia, “donde conocí una escuela de cine orquestada con aportaciones particulares casi en su totalidad”, y le gustó la idea. “A raíz de aquello, el grupo de amigos queríamos realizar más cosas en Córdoba, donde existen importantes escuelas de cine, por lo que surgió el construir un laboratorio de posproducción gratuito, que es el primer lío con el que te encuentras al terminar de rodar a pulmón, con mucho amor y gratis. Lo filmado no existe sin montar, pero si tienes la película en la mano, la envías a festivales o si quieres la proyectas en las paredes de la calle. Contamos con la ayuda de una pequeña productora argentina”.
Ante la evidencia de sus pretensiones, Ammann retoma la armonía del principio para declarar que “hay algo que me sobrepasa en lo que me está pasando, por supuesto, y tengo un ejercicio contra esos momentos que me lo propongo a mí mismo: Cuando uno elige, ya está. Has dado el paso, por lo que tienes que ir para adelante como sea, aunque en el camino te cuestiones tanto arrojo. El mundo del “si pudiera” o “podría” prefiero habitarlo poco, destruye casi siempre”. Quizá por ser tan claro consigo mismo, se muestra lo suficientemente recompensado compa para señalar que “Salga o no salga para Oscar, me siento premiado con los trabajos en “Celda 211” y “Lope”.
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