Crítica de 'La cocina' (***): Maravilla visual sobre lo triste de la inmigración
Se acerca con precisión a una pareja, él mexicano y ella gringa, que tienen que resolver su historia de amor y sus indecisiones sobre el embarazo de ella
Revolución en Eurovisión: España cumple su amenaza y no irá al festival por la presencia de Israel
La célebre pieza teatral del británico Arnold Wesker, 'La cocina', le sirve al mexicano Alonso Ruizpalacios para construir una impresionante, estilista y virtuosa sinfonía visual y dejar en la pantalla una película 'de cámara' en ambos sentidos, el cinematográfico y el musical, pues le otorga ... a su planificación, a su estructura de planos y secuencias, fuerza, originalidad y riesgo; y además, lo que 'suena' allí, en la intimidad de un espacio, son los instrumentos de cuerda para atar una historia sobre la inmigración, la precariedad laboral, la ensalada de culturas y lenguas y ese barro que se acumula entre la integración y la desintegración.
El argumento empieza con una joven mexicana que llega a Nueva York para trabajar en un restaurante de Times Square, The Grill, en cuya cocina y su bullicioso comedor turístico trabajan decenas de 'mojados' y 'resecos' de todo el mundo. Personajes a los que el director observa y nos explica de ellos su personalidad, circunstancias y conflictos; se acerca, en realidad, a media docena de ellos y con precisión a una pareja, él mexicano y ella gringa, que tienen que resolver su historia de amor y sus indecisiones sobre el embarazo de ella.
Como 'La cocina' es fundamentalmente un alarde de imagen y diseño, Ruizpalacios se vuelca en dejar una tela muy vistosa y fascinante, con un blanco y negro magnífico, un juego de planos que sorprende y que llega casi a la presunción en el uso de la secuencia larga y de extrema dificultad coreográfica entre camareros, cocineros, platos y nervios. De hecho, un empleo de la hermosura en la pincelada para contar una historia que no es hermosa, sino desgarradora y deprimente.
Los papeles principales los interpretan Rooney Mara y Raúl Briones, y es este último el que le da potencia a las tramas, el que expone con mayor furia sus raíces, sus deseos y su armamento, desproporcionado, cómico y trágico, para luchar contra las adversidades que lo demás y él mismo se provoca. Parece obvio que 'La cocina' viene a ser 'el mundo', y que la película concentra en ese espacio reducido cualquiera y todos los sitios donde el cruce de clases, razas, cultura y religiones se agolpan detrás de un ideal y delante de un destino, sea sobrevivir, enraizar, progresar o disiparse.
Y si tal vez este 'mensaje' no tenga el filo o no produzca la herida muy profunda, 'La cocina' es una obra deslumbrante aunque solo sea para ser mirada.