Richard Gere y Susan Sarandon, dos cisnes en el jardín donostiarra

Solventes y confiados, Gere y Sarandon han actuado como el matrimonio que encarnan en la gran pantalla, esta vez sin engaños, bromeando acerca de sus canas bien peinadas , enzarzándose amistosamente sobre el guión y, sobre todo, teorizando sobre la avaricia sin escrúpulos que rodea el mundo de los negocios.

«¿Alguien tiene una lista de “Madoffs” que hayan acabado en la cárcel?», preguntaba Richard Gere a los periodistas europeos que cubren el Zinemaldia. Hacía mención a los sabuesos financieros que, como su personaje en «El fraude» , han contribuido a colapsar el sistema económico mundial y se han salvado de la quema. «No sé en Europa, pero nuestro sistema judicial no ha funcionado bien. No ha habido muchas personas que hayan acabado entre rejas , al contrario, algunos incluso han terminado en el Gobierno de Estados Unidos », ha denunciado Gere.

Un protagonista, Robert Miller , que el de «Pretty Woman» ha glosado como una mezcla de Bernard Madoff y Bill Clinton . El magnate se halla desesperado por completar la venta de su imperio antes de que el fraude en sus balances sea descubierto. Además, su romance con una joven artista (Laetitia Casta) y un fatal error le asoman ante el espejo de su doble moral .

Enfrente tiene a su siempre fiel esposa (Sarandon) , demasiado «escondida» en la película, según coincidía la mayoría al término del pase matutino. «¡Ay! Muchas gracias… quizá podemos hacer una secuela », ha respondido la actriz cuando se le ha preguntado por su protagonismo menor que, sin embargo, Gere ha destacado como «la voz moral más fuerte» del filme.

«Es una mujer que no puedes engañar, es rica, compleja, profunda…», ha comentado él. «Bueno, ¡para!», le ha pedido ella, que ha ironizado sobre su voluntad de hallar un guión futuro en el que la pareja no sea un matrimonio desgastado, sino en disposición de «flirtear» . Encantado con los piropos de su compañera, Gere ha recuperado las palabras que dijo haberle dedicado un crítico brasileño en su columna, comparando sus andares con los de «un cisne en el jardín».

El binomio Gere-Sarandon ha denunciado el paso de la ambición a la avaricia que rodea el poder económico y financiero mundial. «Es un juego adictivo, el riesgo de perderlo todo siempre está ahí», ha comentado él, que se ha visto con fuerzas de tirar de referencias budistas, pese a que ha pedido una taza de ¿té? para remontar el sueño (según parece, llegó a las 3 de la mañana al hotel Maria Cristina tras disfrutar de la noche donostiarra).

«En el budismo tibetano hay unas figuras que son los “fantasmas hambrientos”, criaturas que sufren un infierno porque siempre tienen hambre y nunca es suficiente. Pero yo no creo que en este mundo nadie esté fuera de la redención», ha añadido el seductor artista, convencido de que, como su personaje, «no hay nadie del planeta que no tenga la semilla del amor y la empatía».

Sarandon, siempre en su papel, le ha rebatido el argumento y ha centrado su crítica a la alta política. «Sí que hay malos con mayúsculas , sin empatía alguna. Y esos son los “dick cheneys” de este mundo», ha añadido en dura mención a quien fue vicepresidente con George Bush .

El joven y entusiasmado director Nicholas Jarecky, que ha hecho alguna foto de sus estrellas durante la rueda de prensa, ha tirado del juego «Monopoly» para contextualizar su película , cuyo guión redactó en plena «implosión de la crisis», entre 2008 y 2009. «Recientemente he estado jugando al Monopoly y he leído las normas, donde se recuerda que para poder ganar no solo tienes que enriquecerte como el que más, sino que tienes que hacer que el resto acabe en la bancarrota», ha resumido.

Las largas colas de esta mañana para entrar en el pase de estreno de este año ratificaban al director del certamen, José Luis Rebordinos, en lo acertado de inaugurar el festival con glamour y un guión comprometido con los tiempos actuales. «Hoy he dormido seis horas, para ser el primer día no está nada mal», reconocía el primer responsable del Zinemaldi, que esta noche recibirá en la gala inaugural al ministro de Cultura, José Ignacio Wert.