COMPLEMENTO CIRCUNSTANCIAL
El turismo sigue siendo un gran invento
Que se pueden combinar calidad y cantidad para que esto no se nos vaya de las manos, ese es el reto
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Iniciar sesiónEl turismo vino a la España del desarrollismo en bikini y con acento sueco. Aquella España, de mantel de hule y botijo, aun no sabía que Tenerife tiene seguro de sol y que sería maravilloso viajar hasta Mallorca, pero ya intuía que el turista 1. ... 999.999, al que cantaban Los Stop, convertiría la misma gallina de Paco Martínez Soria en 'La ciudad no es para mí', en la de los huevos de oro de 'El turismo es un gran invento': «que no quede un rincón de España que no se convierta en zona turística para admiración del mundo», decían en la película de Pedro Lazaga. De aquellos barros, estos lodos -no he dicho fango, que conste-, estas arenas movedizas por las que transita la idea de implantar una tasa turística en Andalucía que limite o ponga freno a lo que ya empieza a llamarse turistificación. Porque se ve que lo de los proverbios chinos iba en serio y lo de tener cuidado con lo que se desea, no es solo una advertencia.
Más del noventa por ciento de los andaluces está convencido de que el turismo es una actividad que genera un impacto muy positivo en su localidad, que crea empleo y que mejora la imagen exterior y, por tanto, la promoción de la población. Eso, al menos, es lo que se desprende de la encuesta elaborada recientemente por la Empresa Pública para la Gestión del Turismo y del Deporte en Andalucía que cifra en un, casi testimonial, quince por ciento el apoyo de la ciudadanía a la implantación de una tasa turística como la que ya existe en Cataluña y en parte de la comunidad valenciana. Los andaluces, parece, solo piden una mejor distribución del turismo a lo largo del año -lo de la desestacionalización- y del espacio, repartiendo la presencia de turistas «para que todas las zonas puedan disfrutar del turismo».
Eso dice la encuesta, claro, porque el papel lo aguanta todo. Cernuda, que era mucho más poético que los sondeos, lo llamaba «la realidad y el deseo». Porque, evidentemente, en un mundo ideal estaríamos todos encantados de ser los anfitriones perfectos y de recibir «con alegría» -como a los americanos de Bienvenido, Mr. Marshall- a los turistas, pero la realidad siempre supera a la ficción. Y es que, si leemos la letra pequeña, se empiezan a ver las costuras del informe. Los andaluces reciben a los visitantes con los brazos abiertos, pero con cierto recelo por la saturación que implica y que altera los modos de vida, las tradiciones, el acceso a la vivienda, el tráfico, la contaminación… lo que usted y yo, que vivimos en ciudades cuya principal fuente de riqueza es el turismo, ya sabemos.
Que el turismo sigue siendo un gran invento, claro que sí. Que Andalucía está de moda, también. Que nuestro estilo de vida, nuestro entorno y nuestra cultura son, como dicen ahora, activos de primero orden, no hay quien lo dude. Que se pueden combinar calidad y cantidad para que esto no se nos vaya de las manos, ese es el reto. Porque no hay que perder de vista que, si nos cargamos a la gallina, nos quedamos sin huevos. Y ya sabe usted lo que le pasó a la Lechera del cuento.
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