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Complemento circunstancial

Las sombras de Errejón

La noticia de la que todo el mundo habla y la que, al parecer, no ha sorprendido a nadie

Yolanda Vallejo

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Los alegres chicos de Pablo Iglesias, aquellos que iban a asaltar los cielos y a repartir el pan a los pobres y parias de la tierra porque ya estaba bien de tanta casta, y de tantas «viejas y franquistas asquerosos» no están teniendo un final ... feliz. No lo tuvo Carolina Bescansa –¿cómo estará de grande su chiquillo– ni tampoco Monedero –profesor Monedero, que lo llamaba el Mesías–; ni siquiera lo tuvo Echenique, acusado de tener trabajadores ilegales y de cometer delitos de odio –¿ellos, delitos de odio?–, ni lo han tenido los «Qalcaldes del cambio», que fueron cayendo uno tras otro, como naipes de un castillo sin cimientos, sin la misericordia de su líder que, al parecer, no se fiaba de ninguno de ellos. «No tenía buena opinión personal ni política de Errejón», ha dicho Pablo Iglesias, sacudiéndose cualquier responsabilidad que pudiera tener en la noticia de la que todo el mundo habla y la que, al parecer, no ha sorprendido a nadie.

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