COMPLEMENTO CIRCUNSTANCIAL

El botón rojo

Las encuestas internas del PSOE le dan en torno al treinta por ciento. En cualquier otro país, eso sería un aviso

DICE Pedro Sánchez que agotará la legislatura, e insiste en que no habrá adelanto de elecciones. Pero también dijo que nunca pactaría con Podemos porque no dormiría tranquilo con ellos en el Gobierno y que jamás habría amnistía. Así que no hay que tomárselo muy ... en serio, porque el guion de Sánchez es siempre el mismo: promete una cosa, hace otra y encima reclama el diezmo de agradecimiento. El presidente repite que llegará a 2027 como quien repite un mantra para convencerse a sí mismo. Pero, a estas alturas, todos sabemos que su mirada está puesta en otras fechas: las de las autonómicas, entre ellas, las de Andalucía, porque Sánchez no gobierna; calcula. No lidera; maniobra. Vive pendiente de los sondeos y los titulares porque es un político de calendario, no de convicciones.

Su entorno no lo tiene tan claro y, van dejando caer que, si aparece «la oportunidad», se adelantan las elecciones. Y si no, ya se inventará una. La fórmula es sencilla: provocar una crisis, culpar a la oposición, hablar de «responsabilidad» y salir al escenario con tono grave y mirada de estadista cansado. El truco le está funcionando desde 2018. Esta vez, la estrategia le ha venido dada. El «divide y vencerás» de toda la vida, que la derecha española le está poniendo en bandeja de plata. Mientras el país se polariza, y Abascal y Feijóo se aprietan los machos, el presidente del Gobierno acaricia el botón rojo. Cuanto más ruido mejor, cuantas más tinieblas, más cómodo se siente Sánchez.

Las encuestas internas del PSOE le dan en torno al treinta por ciento de los votos. En cualquier otro país, eso sería un aviso. En el nuestro es una victoria moral, otra oportunidad para que Sánchez construya su relato épico del progreso y de las políticas sociales, de los buenos y los malos. Si no hay Presupuestos, será culpa de la oposición, de los jueces, de la prensa o del tiempo; si salen adelante, será otro éxito histórico del socialismo, porque con Sánchez la realidad no importa, lo que cuenta es el guion y el guion siempre lo escribe él. En Ferraz dan por hecho que perderán las elecciones, pero que el poder lo perderán a su manera y que será el Presidente el que elija el momento exacto de su caída, dejando al país totalmente dividido y enfrentado para volver, como el salvador de la patria, como la alternativa «moderada» que vendrá a poner orden. Un juego perverso, pero muy de Pedro Sánchez, aplicar políticas de tierra quemada para volver diciendo «os lo advertí».

La «foto de Colón» ya le funcionó en 2019 y Sánchez no se rinde, simplemente espera. Porque sabe en qué momento justo tiene que apretar el botón rojo y, cuando finalmente decida adelantar las elecciones –algo que todos estamos esperando-, no lo hará por sentido de Estado, sino por puro egoísmo, por pura ambición, por pura vanidad.

Sánchez sabe que no podrá revalidar el poder, pero que sí podrá impedir un gobierno de estabilidad. Y eso es lo que no debemos permitirle. Por responsabilidad democrática y por nuestra salud mental.

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