COMPLEMENTO CIRCUNSTANCIAL
Arde la calle
Tal como se está planteando el gobierno, nos espera un 'otoño caliente', y no es una frase hecha
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Iniciar sesiónHay por ahí un estudio, avalado por alguna universidad perdida del medio oeste norteamericano –no se ría, seguro que por muy perdida que esté, aparece en el ranking de Shanghái por encima de cualquiera de las nuestras- que afirma que el calor nos pone más ... alterados y agresivos de los que somos, que nos pone de mal humor, nos confunde y nos irrita más de lo conveniente, lo que da sentido a expresiones de toda la vida como «no me calientes» y avala la coartada del señor Mersault, ya sabe, el protagonista de 'El Extranjero' de Albert Camus que se cargó a un argelino en la playa, y lo remató de varios tiros, según su declaración «porque hacía mucho calor» –nosotros diríamos «mucha calor» que aquí el género sí que importa- y se quedó tan tranquilo después de confesarlo.
El caso, y para no desviarme mucho, es que el informe dice que el calor exacerba nuestros peores instintos, y altera físicamente las zonas del cerebro involucradas con la regulación de las emociones, con la ansiedad y con el estrés. Cierto es que, por encima de los veinticinco grados no hay quien duerma y si se van acumulando horas de sueño, noche tras noche, al final nos ponemos que no hay quien nos soporte. Dice Craig Anderson –el responsable del informe de la Universidad de Iowa del que les hablaba- que las altas temperaturas nos ponen hostiles, es verdad, pero lo que más hostil nos pone es el 'roce' con otras personas que implica el verano. Ya sabe, más familia, más amigos, más vecinos más barbacoas, más peleas entre primos, entre mascotas, en los bares, en la playa… y al final, el roce no solo hace el cariño, sino que nos pone de tan mala leche que saca de nosotros nuestra peor versión, aunque la tengamos poco ensayada y muy escondida.
El calor, dicen, tiene la culpa. Y me cuesta reconocer que algo tendrá el agua cuando la bendicen, pero fíjese bien en los informativos, sobre todo en los de la sobremesa canicular: crímenes, descuartizamientos, desapariciones, disputas, peleas monumentales, agresiones sexuales, gente que se pone a circular por donde no debe, que les mete fuego a los montes, que pactan hasta con el demonio por un puesto en la mesa del Congreso de los Diputados… en fin, lo que ya nos va pareciendo normal y para lo que siempre encontramos la coartada perfecta, el calor, que para eso están los informes realizados por las universidades del medio oeste norteamericano que aventuran, incluso, que con el cambio climático la situación empeorará notablemente en los próximos años.
Así que ya sabe, como cantaba Radio Futura, nos hemos matriculado en una 'escuela de calor' y no nos queda otra que ir acostumbrándonos a que arda la calle, incluso al sol de poniente. Cada vez las olas de calor son más intensas, más largas y vienen enchampeladas. Pero no desespere, que ya lo dice la Ley de Murphy, «no hay situación que no pueda empeorar», y tal como se está planteando el gobierno, nos espera un 'otoño caliente', y no es una frase hecha. Qué le vamos a hacer.
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