TRIBUNA ABIERTA
No es un preso político, es un asesino
Lo que más me duele es tener que convivir dentro de mi país con quienes empatizan más con los terroristas que con sus víctimas

Reconozco que no estaba preparada para aceptar la puesta en libertad de uno de los asesinos de mi hermano y su mujer. ¿Quién lo estaría?
Yo ya sufrí un duro golpe cuando quienes mataron a Alberto y Ascen fueron trasladados al País Vasco sin otra ... causa conocida que la voluntad política de reagrupar a todos los presos de ETA cerca de sus familiares, que se quejaban de lo lejos que estaban de ellos.
Y me decía yo: ¡Lejos está mi hermano! Tan lejos, que tendré que esperar a subir al cielo para reagruparme con él. También me disgusté cuando supe que estaban cumpliendo condena con muchas facilidades inmerecidas. Pero cuando ayer conocí que quien acabó con la vida de mi hermano y su mujer había obtenido la libertad, fue como si la peor parte de mi vida y la de mi familia me pasara por delante.
Recordé esa llamada de teléfono de madrugada, ese dolor tan profundo que te hace caer al suelo, esa incredulidad. ¡Alberto y Ascen, no es posible! ¿Pero quién ha sido? ¿ETA? Sí, había sido ETA. Exactamente el comando Andalucía, tres terroristas, una mujer y dos hombres que se jugaron a suertes quien acabaría con la vida de un matrimonio joven que volvía alegremente a casa.
No importa quién mató a Alberto y quién a Ascen, hasta en eso fueron viles, lo que importa es que les pegaron dos tiros por la espalda en el barrio de Santa Cruz, a pocos metros de su casa donde les esperaban sus hijos de cuatro, siete y ocho años, que al despertar no abrazarían a sus padres, ni ese treinta de enero de 1998, ni ningún día más. Por eso cuando leí la noticia en medios y redes, que decía «Txetxu Barrios, preso político, ha quedado en libertad condicional» me indigné como hacía tiempo que no lo hacía y escribí: «José Luis Barrios no es un preso político, es un terrorista de ETA que mató a mi hermano y a su mujer, dejando huérfanos a tres niños y que debería haber cumplido íntegramente su condena, y quedar señalado como lo que es, un asesino».
¿Pero cómo podemos permitir que el entorno de ETA, sus simpatizantes y medios afines llamen presos políticos a estos sanguinarios criminales y aquí no pase nada? Me avergüenzo de esta España en la que se pacta con quienes no condenan el terrorismo de ETA y consideran héroes a quienes sembraron nuestra nación de terror y dolor. Me apena que en mi patria se normalicen los homenajes a los terroristas. No me extrañaría que estuvieran ya preparando el glorioso recibimiento del asesino de Alberto y Ascen, tras su injusta puesta en libertad. Si digo injusta, porque este… pongan ustedes el adjetivo, ni ha pedido perdón, al menos ni a mí ni a mi familia, ni ha colaborado con la Justicia para esclarecer los más de trescientos setenta y seis crímenes de ETA que siguen sin ser resueltos.
Por tanto, no merece beneficio alguno, no le debemos nada, al menos no se lo debemos ni mi familia, ni la gran mayoría de españoles con decencia. Si otros les deben algo a ETA y su mundo, que lo paguen ellos, pero no con la dignidad de España, que ha soportado cincuenta años de terrorismo y merece un final de ETA con vencedores y vencidos y sobre todo un final que podamos explicar a nuestros jóvenes, quienes no saben quienes son sus verdaderos héroes, y deben saber que son los hombres, mujeres y niños, como Alberto y Ascen, que dieron sus vidas por nuestra libertad y no los terroristas como Txetxu Barrios, quien siempre será un asesino, por mucho que los suyos lo blanqueen con la distinción de «preso político» y le hagan un pasillo con bengalas para recibirlo y festejar que ya está libre después de haber asesinado a inocentes y roto la vida de quienes los amábamos.
Seré magnánima, solo le deseo que la culpa no le sea leve y le pese la libertad. Aunque visto lo visto, siempre habrá quien le aplauda por su macabra hazaña. Y eso es lo que más me duele, tener que convivir dentro de mi país con quienes empatizan más con los terroristas que con sus víctimas.
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