Andalucía, de cine
Voladuras colaterales
«Si en su suerte de suicidio colectivo se cargan la posibilidad de consolidar el cambio en Andalucía no tendrán perdón de Dios»
A lo peor cuando la dirección nacional del PP empujaba a Juanma Moreno a convocar elecciones antes de tiempo era por esto. El barón andaluz se resistió; al final picó Mañueco. Y le salieron las cosas como le salieron. El lunes, todos señalábamos aquí el ... acierto de haber querido prolongar la legislatura. Pero al menos los populares ganaron en Castilla y León. Ahora ya resulta más que complicado hacer pronósticos sobre lo que está por venir.
De qué extrañarse. A Moreno desde la calle Génova le vienen poniendo las cosas complicadas hace mucho. Nunca pudo pensarse que hasta un nivel como éste. Primero fue el pollo con la conformación de las ejecutivas provinciales. No se trata de cuestionar la potestad de la jerarquía máxima de un partido en tratar de meter la zarpa en todos los rincones. Allá ellos. Pero chiquillo, hazlo de manera discreta.
Después llegó el congreso de Granada. Estaba convocado para que todo el honor y toda la gloria fueran para quien, por vez primera representando al PP, había conseguido sentar sus posaderas en el sillón principal de San Telmo. Pero al paseo del Violón granadino llegaron Ayuso, Teodoro y Casado a dirimir sus cuitas lanzándose afiladísimos puñales que sorteaban silbando la figura del centrista Moreno. Y creímos que aquello era guerra sucia. Qué ilusos.
Es verdad que —ya está claro– queda mucho para las elecciones andaluzas. Y que un día en política es un océano de tiempo. Pero la voladura incontrolada a la que han sometido al Partido Popular sus principales dirigentes puede tener consecuencias difícilmente predecibles ahora mismo. El Gobierno andaluz presenta una hoja de servicios reseñable. Por mucho que ayer vociferaran los de siempre.
Pero componen ese gabinete, hoy por hoy, un partido que camina hacia la extinción y otro cuyos juveniles dirigentes de Madrid parecen empeñados en hacerlo desaparecer. Que hayan dinamitado la alternativa al sanchismo ya es grave. Pero si en su suerte de suicidio colectivo terminan por cargarse la posibilidad de consolidar el cambio que merecía Andalucía desde hace tanto no tendrán perdón de Dios.
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