Andalucía, de cine

Orquitis

«Encuentro miles de historias de mujeres que no lloran por serlo. Que piden que no se les regale nada, no venga usted a marcarme. A segregarme»

Como buen señoro que soy, no conozco en primera persona los dolores menstruales. No voy a pedir perdón, fue cosa de los cromosomas; la vida es así, no la he inventado yo y a mis señores padres tampoco les exigiré responsabilidades por ello. Pero no ... padecerlos no me impide ponerme, siquiera tangencialmente, en la piel de cualquier mujer que sufra menstruación dolorosa. Así que por supuesto defenderé siempre que si ese natural suplicio ataca sin compasión, exista un médico de cabecera que emita una baja laboral y también un patrón comprensivo o que por narices entienda que su empleada no está para acudir a su puesto de trabajo. Como con cualquier otra enfermedad, dolor o circunstancia que impida el normal desarrollo del mismo.

Será mi pertenencia al oprobioso género masculino, estandarte del más facineroso heteropatriarcado. Pero no consigo ver las seguro hiperbólicas bondades que han de tener las intenciones del ala morada de nuestro gobierno para con las mujeres. Me cuesta zafarme del oscuro velo machista que tapa mis ojos y me impide contemplarlas (tan distintas, mis iguales) como seres secularmente condenados. Como víctimas perpetuas incapaces de decidir, de hacer, de desarrollarse, si no es por la salvífica labor del progresismo patrio. Cómo habéis sido capaces de existir antes de que vinieran a iluminarnos.

Salgo a la calle, observo, leo, me cuentan. Y a cada paso, mirada, renglón o comentario encuentro miles de historias de mujeres que no lloran por serlo. ¡Incluso están orgullosas! Hembras que se conducen por esta selva que es la vida peleando, como todos. Que deciden, ellas mismas, cómo dibujar su biografía. Sin que nadie les tenga que venir diciendo con qué colores. Que son conscientes, por supuesto, de lo mucho que nos queda por avanzar en materia de igualdad pero piden que no se les regale nada. Que esto es tarea de todos, no venga usted a marcarme. A segregarme. Y que sobre todo no están de acuerdo con esa política tan ruin que de lo único que trata, realmente, es de dividir entre buenos y malos. Mujeres que si un día han de cogerse una baja laboral por dismenorrea no dudarán, pero que están hasta los ovarios de una gente que lo único que les provoca es orquitis.

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