El botón empieza a pudrirse

Convinimos en que el cada vez más crecido barón hizo bien en no adelantar los comicios, como le 'sugería' la extinguida dirección nacional de su partido. Podría haberse convertido en el primer mañueco diabólico. Y qué mal. Las presiones comenzaron en torno al verano pasado. Pero no sólo venían de Génova. Más de un dirigente popular poco sospechoso de casadista consideraba que los mimbres electorales de 2021 difícilmente se repetirían más tarde. Más al producirse la ruptura con Vox y caer el presupuesto para este año. El relato entonces estaba servido.

Moreno decidió aguantar. Y aplaudimos también su coherencia, después de que unos y otros, en otras administraciones, hubieran manoseado indignamente la duración de una legislatura supeditándola al interés partidista.

Hace un mes cambió el cuento. Te lo creas más o menos, ocultes o no el miedo a Vox, el argumento es plausible: en 2023 no podemos funcionar con el presupuesto de 2021, ahora en vigor tras ser prorrogado. Bien, entonces, ¿por qué no anunciar de una vez? ¿A qué viene esta dilación de los plazos? ¿Es necesario empañar con esta profusión de actos que a veces rozan el absurdo una gestión de tres años más que razonable? ¿Por qué dar munición a una oposición que tienes prácticamente muerta? Espero que haya noticias muy pronto. A lo mejor se trata de hacer una selección natural: a este paso, a más de un postulante a las listas le da un infarto. Mira que no haber caído en eso.