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una raya en el agua

Las buenas maneras

Ussía fue el albacea moderno de una tradición epigramática que nace en Quevedo y pasa por Larra, Valle, Wenceslao y Camba

Expectativas, cálculos y otros espejismos

Cosas que nunca creeríais

Ignacio Camacho

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Tenía un humor mordaz y centelleante, heredado de su abuelo Muñoz-Seca y empapado en Wenceslao y Camba pero con ese toque de mala leche que viene de una notable tradición epigramática, de Quevedo a Jardiel pasando por Larra. Tenía el porte noble, el gesto ... caballeroso, la conversación amena y larga salpicada con un punto de guasa. Tenía las orejas grandes –cuando se presentó a la presidencia del Real Madrid se negó a que se las pegaran en la cartelería publicitaria– las manos finas, la nariz afilada, y tenía sobre todo un estilo propio que es la máxima aspiración de cualquier vocación literaria; ese estado de gracia, en el doble sentido de la chispa y de la inspiración iluminada, que convierte a un escritor en un artista de la palabra. Porque Alfonso Ussía era un artista, sí, y un artista inimitable a tal punto de que carecía de epígonos por pura imposibilidad ontológica de aproximarse a su talento y su elegancia.

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