COMENTARIOS REALES
Reskoldo de Pegasus
La correspondencia digital entre Ábalos y Sánchez no es para rasgarse las vestiduras sino para desabotonarse, ponerse cómodo y disfrutar del vodevil
Como ya no es posible distinguir lo que es verdadero de lo que es falso en cualquier asunto relacionado con Pedro Sánchez y su entorno pretoriano-familiar, uno se pregunta qué información sensible podrían haber obtenido quienes hackearon su móvil con el software Pegasus, a ... la vista de las cagarrutas que a pujos vamos conociendo, gracias a los wásaps de Pedro Sánchez que Koldo fue guardando minucioso, como aquella memorable colección de vellos púbicos del saleroso Marqués de Leguineche, que Berlanga nos regaló en «La escopeta nacional» (1978). Por cierto, en nuestros días la corrección política habría sido más severa que la censura franquista y seguro que Berlanga no habría podido rodar la escena de la colección, porque el vello púbico habría sido suprimido por la ley de protección de datos.
Por otro lado, debo reconocer que me chocan los aspavientos de quienes exigen que Sánchez dimita, pues todos sabemos que tal cosa nunca ocurrirá y que además es muy feo mirar el wásap en el ojo ajeno. Por eso, en lugar de impostar escándalo e indignación, la ocasión merecía un «Pedro, sé fuerte», recochineo imposible porque supondría una autoparodia y nuestra oposición sería incapaz de marcarse un numerito masoca como los de «Las noches de Ortega». En resumen, que la ración de mensajes disparada por el ventilador de la prensa habría sido mejor aprovechada con gracia, retranca y un pelín de mala leche, porque no hacía falta destripar el móvil de Sánchez para saber lo que piensa de Page, Vara y Lambán. ¿Sánchez debería dimitir por haber llamado «pájara» a la ministra de defensa? ¡Pero si la propia interfecta se ha comido el pollo-sapo con avícola entusiasmo! Aunque aparecieran wásaps donde Sánchez se refiriera al ministro Marlaska en los mismos términos que empleó Dolores Delgado cuando era ministra de justicia, tampoco pasaría nada de nada. Y la oposición haría muy mal si persistiera contumaz en exigir dimisiones, porque a quien le correspondería hacer —al menos— una mueca, dos mohínes y tres pucheros es al presunto ofendido, suponiendo que se ofenda.
Cuando salen a flote zurullos como los mensajes que hemos leído, siempre pienso qué habría escrito Julio Camba, cómo habría tratado el tema Jardiel Poncela y qué pedazo de columna se habría marcado Wenceslao Fernández-Flórez, porque la correspondencia digital entre Ábalos y Sánchez no es para rasgarse las vestiduras sino para desabotonarse, ponerse cómodo y disfrutar del vodevil. ¿Es que nadie se da cuenta de que la sobreactuación galvaniza a Pedro Sánchez y le ofrece una salida airada, que no es lo mismo que airosa?
Ignoro si alguna vez sabremos lo que Pegasus trincó del móvil presidencial, pero los reskoldos de las conversaciones entre Ábalos y Sánchez no deberían servir para que los rivales la usen como munición, porque son balas que Sánchez disparó contra los suyos hace años y que hoy vuelven a impactarles «en diferido», como aquellas indemnizaciones antiguas que en Madrid tanto dieron que hablar. La bala de plata —la munición israelí— es la de Pegasus.
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