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Pásalo

Los secretos del mar

Sin moverte de la toalla levitas desde el corazón a tus asuntos

Felix Machuca

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No hay yogui capaz de relajar tu mundo como lo hace el mar. Lo tienes ahí delante, frente a tus narices, reinado sobre un universo de anémonas y naufragios, dejando que lo mires para ver si lo comprendes. Y tras un rato de observación atenta, ... no hay nada que ocupe tu mente, la has vaciado como la inflación los bolsillos de los consumidores, ocupando la música de su sal y de su son el lugar donde antes la cabeza la tenías llena de preocupaciones, quizás, prescindibles. Te has quedado abombado mirándolo y escuchando sus voces que resuenan como campanas de barcos que se fueron para siempre, sin que te interese nada de lo que pasa a tu lado. El libro del verano lo has dejado caer, como una derrota, sobre la arena; las voces que te invitan a abandonar la garita de la sombrilla las percibes como un incordioso moscardón, al que solo se espanta cerrándote más en tu plano favorito del mar. Mirarlo, cura. Entenderlo, te hace rozar la felicidad. Contemplarlo sin más pretensiones, te abisma en una suerte de terapia que te alerta que el estrés te engañará algún día pagándote con su peor moneda.

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