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Ni santa ni justa

Buenos augurios

Pero al ambientador de ajito podría oler la calle cualquier día de octubre, de enero o de agosto

Charo Lagares

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Por aquí no se ve nada. Una se coloca en la avenida principal y algunos árboles encuadran la carretera y un río de coches parpadea más abajo. Ahí arriba, tras el monumento sobre el que gira la ciudad, un presentador de televisión anuncia sonriente un ... servicio de comida a domicilio. Si saliera en coche del núcleo urbano, con suerte podría despedirse de cuatro dientecillos de cristal que arañan el aire, que rasgan la verticalidad. Serían los mismos rascacielos que al otro lado de la ventana llegaría a identificar en octubre, en enero o en agosto. Aquellos edificios no zanjan el tiempo. No vienen y van.

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