ANTOLOGÍA DEL RECUADRO
El rito
Publicado el 18 agosto de 1981
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Iniciar sesiónEs sintomático que en materia de procesiones últimamente haya que imponer los ritos a base de guardias. Ayer vi que todos nos felicitábamos porque la procesión de la Virgen, gracias a los guardias y a los ruegos de la Asociación de Fieles, al menos por ... una vez. había perdido ese carácter de romería urbana que peligrosamente estaba adquiriendo en los últimos años, con la gente delante del paso y alrededor de él, como en las marismas, e incluso con los gritos, tan fuera de lugar, del folkloriquísimo «guapa, guapa, guapa». Con todo el respeto posible para el Rocío y los rocieros, observo que el Rocío se ha metido en la ciudad más dentro de lo que debía: ha arrasado con la tradición musical de las sevillanas, ha llenado de tambores la feria, de puestos callejeros la Semana Santa, y estaba en un tris de hacer de la procesión de la Virgen un anticipo del Rocío Chico. En los últimos años, delante del paso de la Patrona sólo faltaba un tambor y un cura de sotana a hombros, marcando con los brazos extendidos el ritmo casi tartésico de una salve.
Es sintomático que estas cosas tengamos que decirlas los cronistas, porque los sevillanos o no se las saben o, si las saben, las han olvidado. Ver las procesiones tenía un rito. Era el rito de la acera y de la espera. A nadie se le ocurría meterse por medio de las filas de la procesión. Pero vino la moda, modita, moda, de figurar delante de los pasos, de maquear en las delanteras. Alcarceñas de Alfonso y Vírgenes de las Aguas por la calle Tetuán. Y de estar en las aceras, en los umbrales, se pasó a esta Sevilla procesionaria de los figurantes y figurones, que van delante de los pasos, más que para no perderse detalle, para saludar y ser saludados, la teoría social del paseo de caballistas, pero entre cera e incienso, que muy buenas carreras han comenzado así, en la delantera de los pasos, ejerciendo oficialmente de cofrade sin antifaz, sin más antifaz quizá que el fingimiento de unos fervores que son muy rentables en Sevilla para llegar a ser persona.
Es sintomático que te pones a pensar y caes en la cuenta de que ya, en materia de procesiones —en el sentido más amplio de la palabra, en la vieja tradición decimonónica del cortejo cívico-religioso—, donde únicamente se queda la gente en su sitio, que es quietecitos en la acera, es en la Cabalgata de los Reyes Magos. ¿Por qué todavía no ha surgido la moda de pintar la mona yendo andando delante del trono del Rey Baltasar, o de la carrosa verde de la princesa azul de los papagayos blancos? En las procesiones de gloria, en las cofradías, a una cierta gente le gusta hacer de almonteño de Sevilla, y delante, que la tradición local era que el beaterío, como por ejemplo en el Gran Poder o en la Esperanza de Triana, iba detrás de los pasos, allí donde no le vea a uno nadie, junto al preste, el de la escalera y el tío del cántaro, que son como la cocina de los criados en el espectáculo de los señores de la cofradía.
Es sintomático que el Corpus no concite a la gente a ponerse delante a figurar y sí, en cambio, la procesión de la Patrona, siendo ambas unas procesiones de lo más sositas, como organizadas por mis amigos los calonges, que procesión organizada por la clerecía no es lo mismo, y los capillitas lo saben, que procesión puesta en la calle por una junta de gobierno.
Es sintomático todo, y aquí quiero dejar constancia, cuando escribo en el tópico de nardos, calentitos del Postigo y caminatas del Aljarafe de la mañana de la Virgen. En Sevilla, para que las procesiones vayan como han ido toda la vida de Dios, hay ahora que llamar a los guardias. Alguien ha perdido los papeles. O esto se ha masificado.
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