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ARMA Y PADRINO

De cañas por la paz mundial

La flota de Thunberg ha hecho por Gaza lo mismo que yo: tomarse dos mojitos en el mar de charleta con los colegas

Ni conciencia ni honor

Casi creíbles

Rebeca Argudo

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El devenir de la travesía pachanguera de Greta Thunberg y su cáfila de activistas me tiene enganchada como no me enganchaba ninguna serie cómica desde 'Friends'. Es, con la sección de cartas al director de 'El País' (tan involuntariamente chistosas ambas) lo que más ... me divierte en mis ratos libres. En el último capítulo, seis días después de la salida primera desde Barcelona, entre aplausos y vítores ante tamaña gesta (subirse a un barco que no llegó a Badalona), los supervivientes a las adversas condiciones meteorológicas (chispeó en el Mediterráneo) se encuentran rumbo a Túnez. Lo de «rumbo a Túnez» es un poco especulación mía, porque han cambiado el destino por un misterioso «for order», que viene a ser un «sobre la marcha, ya si eso, lo vamos viendo». Y, eso, el barco que mantiene enchufado el satélite y podemos verlo; que el Alma Explorer, en el que han acomodado a Greta Thunberg y a Ada Colau (que debe ser para la sueca como viajar con un espóiler de vida), hace tres días que no lo conecta. Supongo que para ahorrarnos el impúdico espectáculo de verlos comisqueando de cala en cala, como si en lugar de flotilla heroica fueran unos pijos cazadores de atardeceres mágicos, o sea. Así, mientras actualizan, aparecen al pairo cerca de Sa Mesquida, donde hay, todo sea dicho, unas playas de arena blanquísima y finísima como para quedarse a vivir.

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