CAFÉ CON NEUROSIS

Un mal día para Rufián

Menos mal que el portavoz de ERC en el Congreso está acostumbrado a sinsabores y los tiene asumidos

Sociedades al servicio de ideologías

Inquietantes detalles

Ayer, fue un mal día para el Ilustrísimo don Juan Gabriel Rufián Romero, portavoz del grupo parlamentario de Esquerra Republicana, en el Congreso. Precisamente, en sede parlamentaria, se quejó de los gastos que suponía la mascota de la Legión –la cabra– frente a la alegría ... que le producía el millón de euros que nos costó el buque que acompañó a la flotilla festiva, que se fue de excursión hasta las costas de Israel, y los pasajes de los aviones para su regreso.

La cabra fue sustituida por un borrego, en el desfile del Día de la Hispanidad, pero no fue debido a la molestia que le supone al señor Rufián, porque mantener un borrego es un gasto similar a mantener una cabra, y la sustitución fue efectuada mucho antes de la queja del portavoz de ERC. Me imagino que la queja por la cabra, o el borrego, no sería por el gasto que conlleva. En realidad, teniendo en cuenta que mantenemos a la mascota entre más de 22 millones de contribuyentes, en cien años, la mascota sale a 0,0022 céntimos de euros por contribuyente. No es mucho. Ni para el señor portavoz, que he leído que tiene unos ingresos –entre sueldo, dietas y complementos– de unos 9.500 euros mensuales, ni siquiera para un legionario, que cobra una nómina, que representa algo más de la décima parte de lo que percibe el señor diputado.

Además, los riesgos del señor diputado son menores que los del legionario, porque participa en misiones en el exterior –debido a nuestros compromisos con la OTAN, la ONU y la UE– siempre peligrosas, a pesar de que, en ocasiones, se denominan «misiones de paz», pero donde los francotiradores, las guerrillas y el terrorismo, siegan la vida de nuestros soldados.

En Afganistán, por ejemplo, se enviaron más de 27.000 militares, y más de 100 –exactamente 102– no regresaron vivos, porque dieron la vida por España. También por Cataluña, que no está formada sólo por separatistas odiadores de cabras y soldados, sino por una mayoría de ciudadanos que no quieren la independencia.

(Por cierto, ahora que tanta importancia tiene la Memoria Histórica, espero que se informe de los miles de asesinatos –he escrito bien: miles– que llevaron a cabo, en Cataluña, los escamots, en nombre del partido al que pertenece el señor Rufíán).

En efecto, ayer, fue un mal día para el portavoz de ERC, porque el desfile fue presidido por el Rey Felipe VI, ¡un Borbón!, y el padrino político del señor Rufián, quien lo promovió y lo aupó en las listas del partido, es Joan Tardá, el que gritó en sede parlamentaria: «¡Muerte al Borbón!», y no rectificó, a pesar de que se lo solicitaron.

Menos mal que el señor Rufián está acostumbrado a sinsabores y los tiene asumidos. Ahí es nada tener que ser amigos de otros secesionistas, que sostienen que los españoles son inferiores a los nacidos en Cataluña, siendo hijo y nieto de andaluces de Jaén.

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