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DESDE OGIGIA

Ni hormigas ni muñecos

«Lo que hoy se entiende por ciencia en el ágora no soporta la mirada desafiante ni la búsqueda del error. Hacer ciencia hoy parece consistir en lo contrario: aceptar premisas ideológicas pese a que nieguen la naturaleza y, a partir de ahí, seleccionar los hechos que confirman la teoría»

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Carbajo
Juan Carlos Girauta

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En una cultura que ha erradicado la verdad no tiene mucho sentido llamar a no engañarse. Incluso cuando la verdad existía, el autengaño individual y colectivo tenía insospechadas utilidades. El ejemplo contemporáneo extremo: incontables alemanes olvidaron la bajeza de haber mirado hacia otro lado cuando ... sus vecinos judíos desaparecieron. La olvidaron realmente. Es más, muchos de los que participaron en la actividad de los campos borrarían completamente de su memoria lo sucedido y fabricarían un pasado a su medida que pronto sería su verdad. Primo Levi reconoció en una carta, gracias a un error característico en el uso de un término, la personalidad de un químico alemán muchos años después de la guerra. En los primeros cuarenta se había visto obligado a colaborar con él en uno de los campos anexos a Auschwitz. Recordar quién era le resultó literalmente insoportable al alemán, lo que demuestra dos cosas: que la verdad fáctica desaparece fácilmente de la conciencia, y que colocarla a la vista rompe al hombre inventado, al hombre que, convencido de sus mentiras, se soporta gracias a ellas.

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